Buendianoticia 7.Blogspot.com

martes, 18 de octubre de 2011

Fuente: Revista Gente , Año 12 Nro. 612 – 14 de abril de 1977.

EDITORIAL.
DETRÁS DE LA ESCENA.
Sí. A lo mejor Ud. lo pensó. 
Miró la fotografía que ilustra este “detrás de la escena” – una imagen triste, demasiado conocida por los todos los argentinos- y se preguntó: cómo, ¿otra vez el caso Larrabure? Por las dudas va esta respuesta a esa pregunta. Periodísticamente el diario de Larrabure – un testimonio único de su calvario- es uno de los documentos más estremecedores que hayan llegado jamás a la mesa de una redacción. 
Eso sólo bastaría para publicarlo. 
Pero hay, en este caso, varias razones. 
Mucho más poderosas que las razones periodísticas. Insistir con el caso Larrabure no es una obsesión, un regodeo, otra vuelta de tuerca a ese martirio de más de un año en un pozo oscuro, húmedo y lúgubre. 
Insistir con el caso Larrabure es mostrarles a los argentinos algo más que la inmolación de un hombre. 
Es desnudar en toda su crudeza toda una etapa de la historia del país que no debe volver a repetirse. 
Esa etapa de secuestros, de asesinatos, de atentados, de violencia ciega no será olvidada por los argentinos ocultando cosas. 
El diario de Larrabure pudo ser prolijamente guardado en un sobre y mandado al archivo. 
Porque todos los detalles del caso se sabían. 
Porque en su momento había hablado su viuda. 
Porque ya se habían publicado todas o casi todas las fotografías. 
Sin embargo para nosotros no es un caso cerrado. 
Es uno de esos casos que exigen siempre, por muchos años que pasen, lucidez y memoria. 
Por eso no nos importa la reiteración, el retorno a los hechos y a las terribles imágenes finales de este hombre-símbolo. 
Lo que sí nos importa en esto es el olvido. 
Alguna vez el caso Larrabure – y Aramburu, y Viola, y Cáceres Monié, y tantos otros será definitivamente el pasado. 
Alguna vez tendremos la paz que queremos y que estamos conquistando tan duramente. 
Entonces, en ese punto, habremos llegado al objetivo. Pero si olvidamos el pasado, si pensamos que esos hechos no se repetirán, correremos un serio riesgo. 
Todo puede volver a repetirse. 
Porque los únicos responsables de los hechos somos nosotros. 
Esa responsabilidad es la que nos lleva hoy a publicar, íntegro, con todos sus puntos y sus comas, con toda su trágica carga las líneas que en la soledad de su encierro escribió un hombre arrancado de su mundo y de su familia cuando supo que la muerte lo esperaba al  final del camino. 
Recordar a Larrabure siempre es una manera de:
no olvidar nunca lo que no debe ser olvidado.
* * * * * * * * * * * * * * * * * * * * * * * * * * * * * * * * * * * * * * * * * * * * * * *  * * * * * * * * * * * *
ESTREMECEDOR DOCUMENTO DEL MARTIRIO DE LARRABURE.

ESTO ESCRIBIÓ UN HOMBRE QUE ESPERO LA MUERTE 372 DÍAS.

Sólo frente a la muerte, sin esperanzas, Argentino del Valle Larrabure, escribió durante su cautiverio lo que le dictaban el dolor, la nostalgia y el recuerdo de sus seres queridos. Este es su diario. Un documento que no se puede leer sin lágrimas.
“A Dios, que con tu sabiduría omnipotente has determinado
este derrotero de calvario, a tí invoco permanentemente para que me des fuerzas.
A mi muy amada esposa, para que sobrepongas tu abatido espíritu por la fe en Dios.
A mis hijos, para que sepan perdonar.
Al Ejército Argentino, para que fiel a su tradición mantenga enhiesto y orgulloso  los colores patrios.
Al pueblo argentino,  dirigentes y dirigidos, para que la sangre inútilmente
derramada los conmueva a la reflexión para dilucidar y determinar con claridad que somos hombres capaces de modelar nuestro destino, sin amparo de ideas y formas de vida foráneas totalmente ajenas a la formación del hombre argentino.
A mi tierra argentina, ubérrima y acogedora, escenario infausto de luchas fratricidas…, para que cobije mi cuerpo y me dé paz.
Mi intención no es el insulto ni formular personalismos. Más bien me impulsa a escribir este cautiverio que me sume en las sombras pero que me inundó de luz. Mi palabra es breve, sencilla y humilde; se trata de perdón y que mi invocación alcance con su perdón a quienes están sumidos en las sombras de ideas exóticas, foráneas, que alientan la destrucción para construir un “mundo feliz” sobre las ruinas.
Mis enemigos son medrosos y pusilánimes ante iguales y superiores. Impulsivos, cortantes y autoritarios ante inferiores, débiles, cautivos y desarmados. Valientes en las sombras, en la sorpresa, en la espalda o en el insidioso dardo arrojado por detrás a su oponente. En el cautiverio se corta abruptamente la relación con un medio, formado por la integración de familia, trabajo y amigos. Se cae a una celda estrecha, húmeda. Un escondrijo de ratas donde los carceleros encapuchados juegan una suerte de duendes o de brujas.
Soledad de voces y ausencia total de facciones vivas. 
La cara es reflejo del alma, y los mentados “carceleros del pueblo” son capuchas móviles, insensibles, endurecidos por
 resentimientos de profundas raíces. 
Son carceleros sin alma.


SORPRESA Y SECUESTRO.


El asalto embozado y sorpresivo constituye siempre el peldaño para secuestrar una persona que por la investidura de un cargo, por la posibilidad de servir de rehén canjeable o para negociar el cambio por millonarias sumas, se transforma en un ave apetecida de quienes no siendo delincuentes comunes se vuelven mercaderes del dolo. Del dolo para muchos no punibles, porque son ellos los secuestradores integrantes de pseudo ejército que lucha por reivindicaciones populares. Son “luchadores anónimos contra las injusticias populares”. No puedo imaginar qué ventura de hálito bondadoso y sutil acaricia su accionar delictivo, qué hace que su carroña se transforme en doradas mieses.
Estos poseídos de transformaciones revolucionarias tras la sombra y la traición asaltaron la Fábrica Militar, donde en mi carácter de ingeniero militar me desempeñaba como subdirector. Eso fue una noche del 11 de agosto de 1974. Fue durante la realización, en las instalaciones del casino de oficiales de la Fábrica Militar de Pólvoras y Explosivos “Villa María”, de un acto “burgués” consistente en una reunión social.
En esta tierra de gallegos y tanos, donde el ser hijo o descendiente de inmigrantes es lo común, quién puede cantar loas de discriminación racial, nadie. Sin embargo los hijos legítimos de la tierra, los aborígenes, desaparecen víctimas de endemias y desposeídos porque sólo aventan sus dolores los integrantes de congregaciones religiosas que concretan en diversos rincones del país obras silenciosas pero de profundo contenido humano.
Los poseídos de las inquietudes marxistas-leninistas ignoran al aborigen porque el indio con su fuerza telúrica vive en confines donde ellos no llegan. A veces llegan como en 1968: un tercer mundista, el ex sacerdote Ferrari, y un grupo de ambos sexos llegaron a un lejano poblado de Formosa. Agitaron ideas, reconvinieron la “injusticia burguesa” que los tenía postrados en el olvido y la miseria, obsequiaron víveres y antes de los quince días regresaron a sus posiciones “burguesas” en Rosario. Pregunto: ¿no hubiera sido conveniente cumplir con el milenario refrán “NO LES DES PESCADO, ENSEÑALES A PESCAR”?.
Sorpresivamente atacado fui tomado como rehén por un grupo subversivo.
LAS HORAS INICIALES DE MI CAUTIVERIO
Estar cautivo de estos revolucionarios antiimperialistas, que arroban sus ideas en los “sobacos” del  imperialismo ruso, chino, francés o del imperialismo que nace de la satisfacción de placeres fáciles, del sabor del poder asequible sin espera, del dinero, diciendo ser antiburgués cuando huelen a burgués desde cuando se amamantaban de los pechos de sus madres.
Una “cárcel del pueblo” la titulan. Lo del pueblo está demás, por cuanto se gobierna por sus legítimos representantes. 
¿Qué representan quienes se arroban el derecho de hacer purgar culpas con carceleros con capucha?.
Estar cautivo de estos “próceres” es como estar atrapado en una telaraña, donde sustraído del medio nos vemos impotentes para liberarnos pero mantenemos la esperanza de una muerte.
Es necesario preguntar qué se proponen los siniestros cultores de estas cárceles, que medran con la violencia para lograr dinero, para financiar sus aparatosos y burocráticos sistemas de “delincuencia” revolucionaria. 
Burócratas carceleros con capucha.
  

MÓVILES
 DEL ACCIONAR SUBVERSIVO.
La subversión en su estrategia y en su táctica busca crear el caos nacional.
En la estrategia están los revolucionarios burgueses, con coches, mujeres, departamentos, buenas “pilchas” y cuentas en el extranjero.Su escenario es multinacional, hablan de “revolución de América latina” y sus representantes se reúnen en Praga, para recibir instrucciones de un “buen señor maestro en revoluciones”,que como es de suponer no se llama García, Fernández, Pérez o algún otro patronímico de origen español, itálico, común a nuestra vena, que nació con la corriente arrolladora de la inmigración. Venerados revolucionarios como nuestro máximo representante del partido comunista, el señor Victorio Codovilla, que murió en Moscú, donde fue enterrado. Pregonan que el poder sólo será conquistado por la lucha. Y la lucha, por las características de sus organizaciones será larga, insidiosa, sucia.

ME LLEVAN A UNA CELDA

Privado de mi libertad me encontré en un refugio húmedo, sin luz natural, lejos de ruidos y celosamente custodiado por encapuchados cuyos cambios de guardia constataba por el calzado que usan o por las manos. Manos en general jóvenes, con pieles tersas, clásica de la potencialidad física propia de la juventud, ávida por vivir, por aprender, por su esperanza en el futuro, por su intolerancia con la espera. Estos son mis carceleros, mis jóvenes encapuchados que resignan con su agresiva actitud la milenaria disposición que caracteriza a la juventud por su ternura, por su amor.
Omití referirme al traslado que de mí hicieron mis “benévolos captores”. Inyectarme un alucinógeno y cuando horas más tarde desperté me encontré en otro abyecto canil. Me desperté aturdido, tendido en un camastro, mi cabeza llena de zumbidos, mis ojos pesados, sin poder entreabrirlos. La luz de un tubo fluorescente hería mi retina. El  techo, de unos dos metros de altura, mostraba su superficie de ladrillos huecos premoldeados. Mi “espaciosa” celda es un cuadrilátero de 2,20 de largo por 2 de alto y 1 aproximadamente de ancho. Aprecio que mi celda es una excavación porque carece de ventanas y una de las paredes laterales está burdamente revocada a cemento. El frente es de idéntica composición. El contrafrente es una pared de ladrillos huecos y una reja de aproximadamente 40 por 60 y el costado una divisoria de madera compactada. Una puerta de igual material da a un pasillo, donde existe otra lúgubre y húmeda celda.
Esa puerta de mi canil se cierra desde el pasillo. Este, a su vez está cerrado por una puerta de hierro, de las comunes puertas de calle, que da a un estrecho pasaje que lleva a una escalera de madera. La escalera tiene ocho peldaños y es sumamente empinada. Desemboca en un placard, cuyo piso de quita y pon cubre el acceso y dificulta cualquier control somero. Dos tubos de plástico negro de unos dos centímetros de diámetro conectan con el exterior y permiten la aireación mediante un extractor eléctrico cuyo funcionamiento depende de mis captores. Yo padezco la terrible desventura de pensar que puede dejar de funcionar y aumenta mi congoja de sentirme ahogado en este nicho donde el aire húmedo y enrarecido aumenta el asma que quebranta mi fuerza física.¡Oh, Dios, no me castigues muriendo ahogado, asfixiado, desesperado...!

CUANDO NO HAY DIAS NI NOCHES
Estoy confundido y quiero ordenar mis ideas. 
No sé de noches ni de días. Las horas no están marcadas por reloj. Me son dichas por mis “piadosos” carceleros encapuchados y por Radio Rivadavia, que ellos sintonizan y me hacen escuchar mientras me vigilan. Aquí, en este maldito subterráneo, en esta odiosa ratonera, los hombres me privan de percibir el día por el sol, por la luz, por el volar de los pájaros, por el cielo diáfano y celeste que nos llena de esperanza; de la noche, por la oscuridad, por la luna, por el titilar de las estrellas que nos hablan el lenguaje de lejanas galaxias.
El tiempo, en su inexorable derrotero, transcurre suave y feliz precisamente cuando oscuras nubes no ensombrecen nuestras vidas. Pero hoy, prisionero, sin entender la razón de mi cautiverio, el tiempo sólo sirve para dimensionar un tiempo transcurrido y un futuro cada vez más cerca de mi muerte o de mi liberación…¡Oh Dios! ¿Podré un día encandilar mis ojos con la luz del sol y palpitar mi corazón agitadamente junto a mi amada esposa, hijos y demás queridos?
Me han dado un lápiz y borradores y ya he confeccionado mi propio calendario.
Mis carceleros me han brindado entrevistas para hablarme de política. Por supuesto, de política revolucionaria empapada de Mao Tse Tung, Regis Debray, Giap, Ho Chi Minh, Guevara y demás. Les he expresado que mi formación es eminentemente técnica y no siento vocación y prácticamente me fastidia la política. Para prepararme me han entregado la bibliografía correspondiente y persisto en mi obstinación de mi poco apego a tales estudios e insisto en que deseo libros de matemáticas, física o química. Afortunadamente me hacen llegar libros de matemáticas y el estudio pone su aporte de terapia laboral a mi largo cautiverio.

Este vivir sin querer vivir, este transcurrir del tiempo sin ser dueño de él me hace volcar a diario a profundas meditaciones. Ellas me reencuentran con Dios, en quien deposito mi esperanza, de quien guardo infinita fe y me someto sumiso al destino que me dé y al recuerdo permanente de mis seres queridos, que vivirán una pesada cadena de dolor por esta separación e incertidumbre de mi destino.

EL RECUERDO DE UN LIBRO.

Las marañas en este largo tiempo que dispongo traen a mi memoria un libro que leí hace más de 20 años. Se trata del libro titulado,”Mis prisiones”, de Silvio Pellico.
En él, el autor compone una autobiografía en que cuenta su prisión por causas políticas, allá por el año 1820. Estaba segregado en una celda pero disponía de carceleros sin capuchas, que ya en el primer día se ofrecen a comprarle vino y se horrorizan al saber que  Pellico no bebe, por cuanto entonces, según ellos, se le hará insoportable la soledad de la prisión. Son carceleros que en sus caras, en sus mejillas, traducen alguna consideración por los que sufren.
Pero el autor de Mis prisiones relata que en la soledad y el silencio de su celda se reconforta con su devoción a Dios y el recuerdo de los seres queridos que añora. Muy pronto, una Biblia le permitirá deambular en profundas meditaciones y muy pronto también se acerca a las rejas de su celda un niño, hijo de ladrones, que vive y crece al amparo de la cárcel donde su padre purga una pena. Pellico le arroja un pan, y advierte que el niño es sordomudo. El pequeño agradece con cariñosos gestos y así a diario se entabla  una mutua comunicación por señas y muestras de gratitud del niño, que arrastra sus signo de desgracia en su sordera, en su mudez y el origen envilecido de un padre ruin.
La falta de distancia, la visión del día y de la noche, la mirada de piedad y consolación, la comunicación interior y exterior, la mirada a cara descubierta de los carceleros, el cruce de miradas amigas de otros presos con igual destino, con un médico viejo pero de amplio sentido humano, que brinda la autobiografía de Silvio Pellico, es un sustento que falta en esta “moderna y justiciera cárcel del pueblo”.

NO ES UN MEDICO: ES UN VERDUGO

Muy pronto, y como consecuencia de la estación primaveral que finaliza la temperatura va aumentando. Llegan las horas en que el aire se va enrareciendo. Hay en mi “canil” un gran porcentaje de humedad, y mi crónica afección asmática se ve recrudecida. Son solícitos en prodigarme asistencia médica. Un galeno con capucha viene, me ausculta y realiza una prolija revisación, le indico con sumo detalle otras dolencias físicas que me atormentan en el cautiverio: constantes dolores de cabeza, ardor estomacal producto de frecuente acidez, continuos deseos de orinar y un insomnio cruel que lacera mis quebrantados nervios. No veo la cara del médico, sus ,manos son de un hombre joven, de voz pausada y suave. Su examen, su presencia, constituyen una comunicación con el mundo exterior que llena mi espíritu de esperanzas, quizás inútiles, pero son peldaños de 
ilusiones, por cuanto un médico, un discípulo de galeno, un hombre que juró por Hipócrates, es un hombre con una formación, con una concepción humana que lo hace respetar al hombre, amarlo, cuidarlo, mejorarlo y aún ayudarlo a morir con esperanzas.
Esta concepción es una expresión acunada en mi fe en el hombre, en el hombre hecho a manera y semejanza de Dios. Pero no todos los hombres han recibido la luz de sus buenos maestros.
Con el médico estuve parlanchín y referí fluidamente mis dolencias. Estas persisten y por ello me parece propicio pedir que nuevamente un médico me atienda de mis problemas de salud.
Quiero la presencia del médico porque quizás pueda hablar con él de tal manera que además de mis males físicos pueda confiarle los dolores que oprimen mi espíritu. Quizás el pueda comprenderme y constituya el madero que en el naufragio llega con su sostén providencial. Si, medito y hablo conmigo mismo para repetirme: el médico me habrá de comprender y tendré por él la posibilidad de llevar a mi familia una comunicación un tanto directa y providencial, portadora de un hálito de fe y esperanza, en esa carrera de desventura que viven los míos. Despliego el envase de cartón de uno de los medicamentos y en su parte interior escribo mi mensaje de desesperado extraviado:” Por favor, doctor, hable a Buenos Aires, al número ... y diga que estoy bien... “.
El médico de acuerdo con mi pedido viene nuevamente. La revisación es prolija. Mi relación de mis malestares es sumamente esclarecedora pero reiterativa. El médico observa, escucha, ausculta, toma nota y me aporta su cuota de tranquilidad, expresándome que las nuevas medicaciones habrán de superar los pesares que sufro. En un instante en que el carcelero no observa, discretamente llevo a la mano del doctor mi mensaje y en mis ojos imploro que acepte ese compromiso de solidaridad con un ser humano quebrantado por un injusto cautiverio. La capucha asiente afirmativamente. Pero en ese asentimiento pude ver sus ojos, y nació en mi de inmediato el firme convencimiento de que la capucha es solo estuche de un hombre que está técnicamente preparado para ejercer la medicina, pero carente de sentido de piedad. Más bien es un hombre con cualidad de verdugo. Sí, éste es indudablemente el hombre nacido para manejar el hacha que secciona una cabeza en el cadalso, donde cae brusca, sanguinolenta. Donde un torso y extremidades dan estertores convulsivos al ser tocados por una súbita muerte. Al ver sus ojos  he visto  la malicia calculadora del sádico, que siendo médico sólo tiene el alma carnicera del verdugo. La negra  tela de la  capucha que trasunta la mejilla desencarnada de la muerte me espera paciente. En una espera que procura lenta para gozar de mi impotencia y de mi desesperanza, pero se nutre en su ansia fatídica, en que su cautelosa acechanza no será vana. El médico se fue con mi esperanza y mi duda.  Amargo sabor de hiel el de esos ojos glaucos y fríos que vi en el orificio de la  capucha, ojos de aves voraces que gozan  de que la carroña de mi cuerpo sea devorada en amarga espera.
La esperanza se desvanece como letras escritas en la arena...

UN DIALOGO TERRIBLE.

Después del mensaje frustrado que intentara cursar con el médico, hay una velada obstinación en observarme. Trabajo en mantener limpia y ordenada mi ratonera y estudiar diariamente matemáticas en el texto que me trajeron, además de papel borrador y lápiz. Esto constituye mi evasión y me posibilita la redacción de estos apuntes que hasta hoy he podido esconder de mis trabajos.
“No estoy abandonado”, le respondo, “estoy acompañado por la fe infinita de Dios y por el amor de mis seres queridos, amigos y mi Ejército, que no me abandonará jamás, porque en él se forjó mi carácter, porque él perfeccionó mi intelecto y porque en  él  aprendí muy joven a aceptar y saber esperar a la muerte con templanza”.
Mi certidumbre se afianza con la visita de un encapuchado que me dice: “Mayor, no se desespere y no trate de quebrantar su prisión. En la cárcel del pueblo Ud. permanece porque el Ejército al que usted pertenece, lo ha abandonado”.
“Usted, mayor, tiene una evidente inestabilidad emocional, y habiéndolo abandonado su Ejército, Ud. puede lograr  su libertad.”
“¿ Lograr mi libertad a cambio de qué?”
“Mayor, Ud. es especialista en armas y explosivos. Acepte Ud. trabajar como asesor para las fábricas de nuestra organización y será libre”
“ Por ese precio, no...Sólo la muerte, que sabe a la pureza del fruto no corrompido. Morir, pero por ideales que están al amparo de símbolos que nos conmueven el espíritu con la visión de una nación altiva. Ricas pampas, ríos caudalosos, mocetones que sienten la Patria por la pureza de sus corazones libres y que ignoran cánticos foráneos y estrellas imperialistas de cinco puntas teñidas de rojo.¡ Oh, muerte apetecida, te espero fiel a mi Patria y a mi Ejército!”
“Larrabure, Ud. tiene un desequilibrio emocional que no le permite apreciar exactamente su situación. Piense y hablaremos...”
“ ¡ Sí, hablaremos para que cada vez que se consolide más mi fe y mi fidelidad!”
“ Hablaremos, Larrabure....”

CIGARRILLOS IMPORTADOS.

Quedo acalorado, nerviosos, tembloroso, y me arrojo en mi camastro, enardecido. Cuento los pasos de los peldaños de la escalera mientras por la reja mi guardia encapuchado sigue atento a mi actitud, busca la respuesta del diálogo en mi soledad. Tendido de cara al techo miro los ladrillos huecos de cerámica y arcilla cocida. Qué destino impío el tuyo, naciste para techo tibio de un hogar y hoy vives como pared estrecha de celda. Estás enlazado a viguetas de hierro y cemento, cuarenta centímetros me aíslan de la superficie. Arcillas quebradizas, frágiles, el tubo de luz fluorescente con sus cables conductores me pueden posibilitar electrizar la puerta de hierro o la reja de mi celda, pero todo esto es una esperanza, porque siempre están los ojos vigilantes del guardia que me mira silencioso en su capaucha.
Hijo mal parido sería trocar este mísero encierro por una libertad física, mientras mi alma se envilece con el fango de estos miserable. Mi capacidad técnica la posibilitó mi Patria para ponerme al servicio de una sociedad, la sociedad argentina. Que no obstante sus imperfecciones ha dado siempre muestras de igualdad de posibilidades, es una sociedad abierta.
Esos, mis encapuchados, se han prestado a una revolución con el desenfreno de la juventud, con cánticos de Marx, de Mao, de Giap, el Che Guevara, Ho Chi Minh y Truong-Chnik en “la resistencia Vietnamita vencerá”. Están en la revolución. Entraron ayer,  hoy son sus prisioneros y seguirán, porque hay que seguir como el río que no se detiene, es estar en el deleite de horas de zozobras y de luchas. Mientras me cuidan, fuman, y las volutas del humo de sus cigarrillos importados huelen a burgués y me ahogan en la estrechez de mi pocilga. El asma altera mis nervios y mis sentidos están atentos a que el extractor de aire no me traicione. El humo de los Camel me hace mucho mal. Humedad, humo, y creo sentir croar de ranas, ranitas verdes que podrán mirar las estrellas de un cielo inconmensurable. 
A diario, motores de automóviles ponen una nota acústica a mi vida. Son 
mis carceleros, que, atados al desvarío de sus pasiones, son prisioneros de ignorados duendes, integrantes de una organización, en su interior han palpado sus impudicias, el desborde de poder de sus jefes, el cambio de rutas que marcaban los objetivos de su lucha, el nacimiento de una burocracia en su estamento que la torna tan impúdica como la burocracia que era motivo de sus luchas.
Pero ya están en el E.R.P., están en un torbellino, y como las aguas buscan un desnivel, éstos “revolucionarios” ruedan y llega un instante que no saben por qué y para qué, pero ruedan. No sería justo objetar la alimentación. Mis carceleros me alimentan bien. Creo que ellos piensan: “barriga llena, corazón contento”. Cuán distante esta mi pensamiento en prodigar alimentación a mi cuerpo para que  como una vela no se extinga  por falta de estearina. ¡Sin embargo, mi salud decrece, siento altibajos emocionales, insomnio, inapetencia, indisposiciones estomacales y una aguda cistitis. Mi pequeña celda con su inodoro portátil que me retiran a diario, la estrechez, la impotencia y esos ojos de capucha que me vigilan tras la reja crispan mis nervios.

“QUIERO MORIR DE PIE”.
Calladamente rezo pidiendo a Dios que no me abandone en una locura humillante. Quiero morir como el quebracho que no entrega su figura de árbol rudo sin exigir el esfuerzo del hachero en prolongadas 
transpiraciones. Quiero morir como el quebracho, que al caer hace un ruido que es un alarido que estremece la tranquilidad del monte. Quiero morir de pie, invocando a Dios en mi familia, a la Patria en mi Ejército, a mi pueblo no contaminado con ideas empapadas en la disociación y en la sangre. ¡Oh, Dios misericordioso, te pido humildemente me concedas esta gracia! ¡Dad a mi espíritu tu protección generosa para que mi vida cese como la serena llama de una vela que se extingue!.
“Hago gimnasia moviendo mis brazos y piernas en flexiones interminables, pues quiero fatigarme.  La fatiga me prodigará el sueño. A pesar de ello no puedo dormir y debo recurrir al carcelero para que me facilite un barbitúrico. Me entregan un  Valium de 5 miligramos. Solamente con la ayuda de esta droga logro conciliar algunas horas de descanso con un sueño profundo y relajado.
En este mi retiro obligado medito que es necesario disponer de una profunda vida interior para sobreponerse a la desventura del cautiverio, de la soledad, de la angustia por el recuerdo de seres queridos sin llegar al extravío, a la enajenación. Busco fuerzas en mi espíritu azotado para superarme, para no quebrantarme, para no claudicar, para morir con  Dios, que estos pervertidos sin fe apostrofan, pero también tengo lucidez para comprender que en algunos momentos los zumbidos que castigan mi cabeza me sumen en un estado de inconciencia y siento voces hablar de personas muy caras a mi corazón.
¡ Es una prueba más de Dios, y yo la acepto!. Que negra noche cae sobre mi dolor y mi impotencia... (1)
En mi calendario, donde marco los días tan amargos de mi cautiverio, hoy tiene para mí una significación muy especial. Me siento convulsionado, angustiado, una profunda pena oprime mi pecho. Me siento sumamente tensionado, nervioso. Mi mente se agita y parece percibir no sé que conjunto de sensaciones extrasensoriales y me invade una desesperante intención de gritar, de llorar, de patear el tabique de mi celda, mientras los ojos vigilantes del joven de capucha siguen inquisidores mi movimiento nervioso en la estrechez de mi ratonera. Por la noche, de cuya llegada me entero por la hora oficial de Radio Rivadavia, ya que en esta cárcel subterránea la vida pasa sin día ni noche, sólo hay la luz de un mísero y precario tubo fluorescente, mis nervios no me permiten conciliar el sueño. En mi perseverante meditación he comprendido que el estado de paroxismo es producido por un hecho irreversible. Siento la laxitud de haber captado un mensaje de despedida de un ser muy querido. Quizá mi esposa, mi madre, mis hijos, mis hermanos. El desasosiego de mi incomunicación me lleva a una gran agitación, pero estoy seguro, convencido plenamente que un hecho luctuoso abate el seno de mi familia.


(1). Ese día fallecía la madre de Larrabure 



NAVIDAD Y AÑO NUEVO.

Las fiestas navideñas son fiestas de hogar, donde la familia cristiana se reune para memorar el nacimiento de Jesús en el humilde pesebre de Belen. Esas reuniones de familia con ecos de agradables villancicos constituyen un bagaje muy caro a la recordación de un cautivo caído en la crueldad de una estrecha mazmorra. Melancólicos recuerdos, lágrimas y una espera sin esperanza, mientras los ojos de avecilla negra que me observan están ausentes de todo calor de 
cánticos navideños. ¿ Hijos de quien son estos seres? ¿Observan alguna tradición?.
Son subversivos sin familia y sin fe. Su tradición es la sangre, su símbolo no la estrella de Belen sino la horrenda estrella roja de cinco puntas.
Estas dos fechas marcan etapas muy dolorosas y siento una depresión que me obnubila. Mi insomnio persiste y comprendo que mi estado emocional sufre alteraciones que se acrecientan. Creo en algunas oportunidades que pierdo el sentido y me 
sumergo en una somnoliencia que verdaderamente es un estado de verdadera inconciencia. Escucho gritos, voces y sirenas.
Pero Navidad pasa con una profunda pena en mi corazón y muy pronto el año nuevo, 1975, será quizás el año de mi desenlace. La despedida del año y el escuchar en la noche el ruido de cohetes me atormenta y me sume en una profunda depresión. Pienso en los míos, a quienes la llegada del año nuevo constituye la apertura de un nuevo año y un nuevo sendero sin esperanzas.
El 4 de enero sorpresivamente sentí voces de mi hija, y salí en su búsqueda, y me encontré con tres hombres y una mujer joven que hablaban en una habitación. Les ví sus caras y la contracción de sus mejillas, su palidez ante el peligro que supone la presencia inusitada de un hombre cautivo que los encuentra desarmados. Lamentablemente mi estado de alucinación y mi salud quebrantada no me ayudan en la gresca que se origina. Pude pegar, rompí un vidrio, pero fui desvanecido por mis siniestros carceleros y cuando desperté me encontré maniatado de pies y manos en mi camastro. Así permanecí durante tres días en que con más severa vigilancia se me desataba para alimentarme y para usar mi inodoro portátil. Maniatado, dolorido por los golpes recibidos, me sentí afiebrado. Me brindan asistencia médica y luego de ese ... 
Este estado anímico tan especial pienso, es producto de un lento envenenamiento a que me someten mis captores. Son frecuentes mis trastornos estomacales: creo que ya estoy al borde del abismo.
(1) El relato se interrumpe en este punto. Poco después Larrabure sería torturado y asesinado.
Si sus ojos llegaron a este punto, no requiere agregar ni un comentario más...Saque sus propias conclusiones. 

Argentino del Valle Larrabure.
Fue un militar argentino nacido el 6 de junio de 1932 en San Miguel de Tucumán, Argentina que mientras se desempeñaba como subdirector de una fábrica militar de armas y explosivos fue secuestrado por la organización guerrillera :
Y murió el :19 de agosto de 1975 tras permanecer cautivo 372 días en una "cárcel del pueblo". 
Sobre las circunstancias de su muerte hay versiones contrapuestas. 
El Ejército y su familia señalaron que fue asesinado, mientras que el ERP aseguró que se trató de un suicidio. 
Esta última versión es apoyada por periodistas1 , mientras que fue desestimada por los expertos peritos designados por la Corte Suprema de Justicia de la Nación.2 3 4
Argentinolarrabure.jpeg
Argentino del Valle Larrabure.
Coronel de la Nación.
Biografía.
Ascendió de mayor a teniente coronel durante su cautiverio y se le concedió el ascenso post mortem al grado de coronel. 
A la fecha (agosto de 2008) su caso es todavía objeto de investigación judicial si bien se tiene conocimiento que algunos de quienes fueron señalados como autores del hecho se encuentran desaparecidos y fueron presuntamente asesinados por la represión ilegal del Proceso de Reorganización Nacional.
Se había casado el 8 de diciembre de 1955 con María Susana de San Martín (Marisú) y tuvo dos hijos: María Susana nacida el 15 de octubre de 1956 y Arturo Cirilo nacido el 26 de junio de 1959. En febrero de 1974, poco antes de su secuestro, había obtenido que la Justicia de Menores de Villa María le otorgara la guarda de un menor de nueve años, Jorge Alberto, que pasó a ser parte de su familia.

Estudios y carrera militar.

Era el séptimo hijo del matrimonio de clase media integrado por Cirilo Larrabure y Carmen Conde, de pequeño lo apodaban Quintino y, ya de grande, Vasco. A pesar de la ausencia de antecedentes militares en su familia, desde pequeño mostró inclinación por la carrera militar. Estudió en su ciudad natal en el Colegio "Tulio García Fernández"; era buen alumno, leía mucho y siempre le gustó escribir. En 1950 ingresó en el Colegio Militar, en Infantería; y egresó con el grado de subteniente en 1953. La calificación obrante en su legajo, fechada el 1* de diciembre de 1952 expresa:“De procedimientos íntegros, tenaz, y preocupado. Demuestra un gran entusiasmo profesional. Es enérgico y centrado en el mando; ha obtenido excelentes resultados como instructor. Leal. Sobresaliente camarada. Sobresaliente deportista. Concepto: Sobresaliente”.5
Su destino inicial fue en el Regimiento de Infantería 19 de San Miguel de Tucumán y al año siguiente se lo trasladó a Buenos Aires. 
En 1960 ingresó a la Escuela Superior Técnica en la cual cinco años después se recibió de Oficial Ingeniero Militar y su calificación fue siempre la máxima posible. Cien puntos en “carácter”, 100 puntos en “espíritu militar”, 100 puntos en “capacidad intelectual”, 100 puntos en “competencia en el mando”. Al terminar sus estudios fue destinado a la Fábrica Militar de Tolueno Sintético de Campana. ya con el grado de capitán desempeñándose primero como auxiliar técnico de la dirección y luego de seis meses como jefe de producción.

En 1968 siguió el curso básico de Comando en la Escuela Superior de Guerra y pasó como jefe de laboratorios al Comando de Intendencia, cargo que dejó en diciembre de 1969 para ocupar la subdirección de la Fábrica Militar de Pólvora y Explosivos de Villa María. Allí en abril de 1970 se hizo cargo de la jefatura de producción reteniendo el cargo de subdirector. 
A comienzos de 1972 se lo designó para seguir un curso en el Instituto Militar de Ingeniería, de Río de Janeiro por lo cual permaneció durante 1972 y 1973 en Brasil cursando Extensión en Química, alcanzando las más altas calificaciones y recibiendo la condecoración de la Orden del Pacificador, destacándose sus cualidades humanas, militares y profesionales y a su retorno en enero de 1974 volvió a su destino anterior.6

Ataque a la Fábrica Militar de Villa María

El sábado 10 de agosto de 1974 durante el gobierno constitucional de María Estela Martínez de Perón integrantes del Ejército Revolucionario del Pueblo coparon el motel “Pasatiempo” como paso previo al ataque a la fábrica militar ubicada a nueve cuadras del lugar. Varias parejas guerrilleras, llegadas con anterioridad, ya habían ocupado habitaciones del establecimiento, que en pocos minutos se convirtieron en cuartel general del operativo. Cuando una pareja en automóvil llegó al lugar pero se retiró porque al ver el edificio a oscuras supuso que estaba cerrado algunos de los guerrilleros que actuaban en el exterior comenzaron a disparar sin resultado contra el automóvil y ello provocó un operativo policial en la zona que hizo precipitar el ataque a la fábrica en tanto en el enfrentamiento fue muerto el cabo Marcelino Cuello de la policía provincial y hubo cuatro efectivos heridos.
Esa noche se realizaba una cena en el casino de la Fábrica Militar de Pólvoras y Explosivos a la cual asistía gran parte del personal que vivía en la fábrica, la mayoría civiles, incluyendo al mayor Larrabure y su esposa. Aproximadamente a la una de la mañana del domingo 11 el conscripto Mario Pettiggiani –estudiante de arquitectura- cortó con una pinza el cerco perimetral de la fábrica para permitir el ingreso de un comando compuesto por unos 70 integrantes del ERP, algunos de ellos mujeres, fuertemente armados. Luego de dominar a los efectivos de guardia, ocasión en que dispararon contra un centinela dejándolo hemipléjico en forma permanente, ingresaron en el Casino y preguntaron por el director de la fábrica –el teniente coronel Osvaldo Jorge Guardone que no se hallaba presente-, por el mayor Larrabure y por el capitán García, ingeniero químico, y al identificarse estos últimos los llevaron con ellos a los vehículos que les aguardaban. También intentaron capturar al director en su casa ubicada dentro del predio de la fábrica pero el mismo se defendió, mató a uno de los asaltantes y puso en fuga a los restantes.
Cuando eran llevados hacia un automóvil, el capitán García intentó fugarse y fue mal herido pero igualmente se lo subió a los vehículos junto a Larrabure abandonando el lugar. 
Más adelante García fue abandonado por los captores gravemente herido. 
El combate que se desarrolló esa madrugada arrojó un saldo de un policía muerto y siete heridos, entre policías y militares. 
Se estima que los guerrilleros se llevaron unos 120 fusiles FAL, otras armas y diversos explosivos y tuvieron dos muertos y siete u ocho heridos. Además horas después del copamiento, al intentar eludir un control policial, chocó un vehículo en el que presuntamente iban dos participantes del ataque resultando muerto uno de ellos y detenido el otro.

Cautiverio del coronel Larrabure

Inicialmente Larrabure permaneció cautivo en un lugar no identificado y el día 3 de noviembre de 1974 fue llevado al sitio donde permanecería hasta su muerte. La celda se hallaba bajo un local y vivienda ubicado en Garay y Bariloche de la ciudad de Rosario; allí funcionaba una mercería atendido por una mujer joven y en la vivienda habitaban, además, el esposo, su madre y dos hijos pequeños del matrimonio.

El propio Larrabure dejó escrita la descripción del lugar:Aprecio que mi celda es una excavación porque carece de ventanas y una de las paredes laterales está burdamente revocada a cemento. El frente es de idéntica composición. El contrafrente es una pared de ladrillos huecos y una reja de aproximadamente 40 por 60 y el costado una divisoria de madera compactada. La puerta de igual material da a un pasillo, donde vi otra lúgubre y húmeda celda. Dos tubos de plástico negro de unos dos centímetros de diámetro conectan con el exterior y permiten la aireación mediante un extractor eléctrico cuyo funcionamiento depende de mis captores. Yo padezco la terrible desventura de pensar que puede dejar de funcionar y aumenta mi congoja de sentirme ahogado en este nicho donde el aire húmedo y enrarecido aumenta el asma que quebranta mi fuerza física.

Había un catre y un retrete portátil y una celda contigua, ocupada sucesivamente por varios cautivos que luego reconocieron el lugar, a las que se llegaba a través del “placard” del dormitorio de la pareja. La única luz de las celdas provenía de un tubo fluorescente encendido o apagado a criterio de los carceleros.

Durante su prisión la familia recibió en su casa siete cartas de Larrabure que a su vez respondían por medio de solicitadas en distintos diarios, que Larrabure leía cuando sus secuestradores así lo decidían. Enviaba mensajes de esperanza y de amor a su familia, e instaba al perdón y la fe, en papeles en cuyo margen izquierdo resaltaba el membrete de la organización guerrillera. El 18 de junio le llegó a la familia como prueba de vida una foto en cual se observaba el estado de extrema delgadez del militar y el 12 de julio llegó la última carta.

En determinado momento, Larrabure comenzó a escribir su diario donde detalló su vida en cautiverio hasta el 3 de enero de 1975 en que se interrumpe. En 1977 la revista Gente se lo compró a un guerrillero, para publicarlo.

Pocos días después del hecho los guerrilleros pidieron la libertad de cinco de sus integrantes presos a cambio de Larrabure pero el gobierno mantuvo la política que había seguido hasta entonces de no negociar. Según escribió en el diario los guerrilleros pretendían que el militar colaborara con ellos aprovechando sus conocimientos técnicos y militares a cambio de conservar su vida5

Versiones controvertidas sobre su muerte

Luego de 372 días de cautiverio Larrabure murió el 19 de agosto de 1975, fecha ratificada por el ERP en un comunicado, y el 23 de agosto de 1975 apareció su cadáver en un despoblado, casi frente a la abandonada estación El Gaucho, del Ferrocarril Belgrano, envuelto en una sábana y una frazada. El estado del cuerpo según el dictamen de la junta médica transcripto en el comunicado del Comando General del Ejército era el siguiente:“En la región fronto-parietal, zona media, aparece una contusión de forma rectangular de medida cuatro por dos centímetros, similar a la periferia del cotillo de un martillo, presuntivamente.Placas apergaminadas de cuatro centímetros, aproximadamente, en ambas caras internas de las rodillas, producidas en vida, por fuerte compresión.En tercio medio de la pierna derecha, surco profundo que rodea el contorno anatómico, producto probable de una ligadura compresiva en vida.En el cuello, surco profundo de estrangulamiento de fondo apergaminado, de recorrido horizontal levemente oblicuo, que abarca todo el perímetro, producido posiblemente por torsión desde atrás, ya que no se observan signos de cianosis en sus extremidades inferiores, propias en caso de haber estado suspendido.En los órganos genitales, gran zona congestiva inflamatoria, probablemente por pasajes prolongados de corriente eléctrica.Hay zona escarificada en el tercio superior del tórax, cara posterior, producida probablemente por la permanencia prolongada, en vida, en posición cúbito-dorsal.En el rostro, hemicara derecha, gran zona de congestión, que abarca la región frontal de ese lado, región maseteriana derecha, con gran derrame conjuntival en ojo derecho, presumiblemente provocadas por la acción de golpes o por choque violento con objetos duros.El cadáver presenta signos evidentes de deshidratación grave en vida por falta de líquidos y electrolitos suficiente, ratificado por una rebaja de peso superior a los 40 kilos de su peso en oportunidad del secuestro, según resulta de fichas”.5

La primera autopsia, realizada el 24 de agosto de 1975, no aclara si Argentino del Valle Larrabure fue estrangulado o si se ahorcó, pero el mismo día los jueces federales de Capital Federal Febre y Niclison, declararon que se trataba de un homicidio. Un segundo informe forense elaborado en septiembre de 1975 determinó que “no surgen lesiones producidas por el paso de corriente eléctrica”, contradiciendo las primeras afirmaciones del Ejército Argentino.7

La familia y el Ejército sostuvieron que Larrabure había sido torturado y asesinado por los guerrilleros.8 9 en tanto la versión sustentada por el ERP afirma que el militar estaba en condiciones físicas normales, que no había sido torturado y que, presa de una profunda depresión, se había suicidado ahorcándose en un descuido de sus captores.10

Sin embargo, el 28 de octubre del año 2010, un informe pericial realizado por orden judicial dictaminó que se trató de una muerte violenta por asfixia mecánica por compresión cervical externa, conclusión para la cual uno de los elementos de juicio fue que por tener la víctima 3,49 gr por mil mililitros de alcohol etílico en sangre visceral es verosímil que “Larrabure se encontrara en estado de indefensión o por lo menos con disminución de su capacidad de reacción al momento de su muerte”.11

Homenajes brindados.

El mayor Argentino del Valle Larrabure ascendió a teniente coronel estando en cautiverio (único caso hasta la fecha registrado en el país) y se le dio posmortem el grado de coronel. Sus restos se encuentran en el Panteón de la Sociedad de Socorros Mutuos del cementerio de la Chacarita en la ciudad de Buenos Aires. El Ejército le rinde su homenaje cada año y se ha dado su nombre a una calle de Tafí Viejo (Tucumán). Además, en 1995 se descubrió un busto de Larrabure en la Plaza Mitre, de la ciudad de Buenos Aires y la promoción n* 82 del Colegio Militar de la Nación a la cual pertenecía lleva su nombre. Su hijo Arturo Cirilo Larrabure escribió el libro Canto a la Patria en el que narra la vida de su padre en sus distintas facetas.6 Se había dado su nombre a calles de las ciudades de Campana y Villa María en cuyas fábricas militares había trabajado Larrabure, pero luego de 2006 se derogaron esas nomenclaturas.

Investigación judicial del hecho.


Estado del proceso.

En la investigación judicial de su secuestro y muerte se está discutiendo el tema de la calificación del hecho que, a su vez, incide sobre la posibilidad de continuar su la investigación. El fiscal general federal de Rosario Claudio Palacín dijo que "el desarrollo de las organizaciones guerrilleras en la Argentina escapa a tipificaciones simplistas; el ERP/PRT no era una fuerza progresista, sino una organización revolucionaria que pretendía instaurar una sociedad marxista inspirada por el faro de la revolución cubana. Desde sus orígenes, consideró que la vía pacífica al socialismo era una imposibilidad, por lo que el cambio social sólo podría llegar a través de una guerra revolucionaria" agregando que "la violación de los derechos humanos de Larrabure tuvo lugar en ocasión de un conflicto armado, conforme los lineamientos de la jurisprudencia internacional que en la causa Milosevic ha explicado que el concepto de 'conflicto armado' requiere únicamente que existan grupos armados organizados que sean capaces de librar combate y que de hecho lo hagan" motivo por el cual dictaminó que la investigación de ese homicidio debía proseguir por considerarlo de "lesa humanidad". Los fiscales de Rosario Saccone y Moisés Vázquez opusieron un planteo de nulidad sosteniendo que los delitos atribuidos a una organización guerrillera no encuadran en esa calificación, que está reservada a los casos en que ha mediado la intervención del Estado, motivo por el cual la acción penal se habría extinguido por prescripción y solamente la Cámara Federal podía habilitar la investigación.

El juez federal Marcelo Martín Bailaque rechazó la nulidad del dictamen que avalaba la apertura de la causa, porque entendió que cumplía con todos los procedimientos. Dijo que no se entendía el "perjuicio concreto ocasionado" con la apertura de la causa, ni tampoco "cuál sería el motivo" para anular el dictamen si "la Constitución Nacional resguarda la independencia del Ministerio Público". Con esta resolución, Palacín resolvió que un fiscal se hiciera cargo de la causa para abrir una investigación pero no se pronunció sobre la cuestión de fondo, es decir, sobre si el crimen de Larrabure fue o no de lesa humanidad.



Expresiones contrarias a la continuación de la 

investigación judicial.

La agrupación HIJOS Rosario expresó su oposición a que siga la investigación y su rechazo a la resolución del juez Marcelo Bailaque sosteniendo que la calificación como crimen de lesa humanidad requiere que sean cometidos por un Estado o por grupos que operen con su anuencia y complicidad del mismo. Agregó que los ejecutores e ideólogos del hecho "fueron asesinados o desaparecidos por la dictadura, aplicándoseles de facto la pena de muerte a sus responsables".12 13 14

Por su parte la diputada Alicia Gutiérrez (Espacio Si) que también se opone a la continuación del proceso dijo que "los delitos de lesa humanidad sólo pueden ser cometidos por el aparato estatal u organizaciones que actúen de conformidad con una política de Estado", tal cual lo ha definido la "Unidad Fiscal de Asistencia de Coordinación y seguimiento de las causas por violaciones a los derechos humanos cometidos por el terrorismo de Estado" de la Procuración General de la Nación, mediante el fiscal general Jorge Aguat y el coordinador de la citada unidad Pablo Parenti, ratificadas por el Procurador General, Dr. Esteban Righi".15

La resolución del juez Palacín fue confirmada el 16 de abril de 2009 por la Cámara Federal de Apelaciones de Rosario, la cual señaló que "resultan preocupantes las sucesivas y constantes articulaciones de revocatoria o nulidad de los fiscales intervinientes, que no se compadecen plenamente con la defensa de la legalidad ni los derechos de partes y que, sin duda, han provocado desgaste jurisdiccional, que debe ser evitado no sólo en beneficio de la labor de los jueces y fiscales, sino en aras de los intereses generales de la sociedad."16 Por su parte, la Procuración General de la Nación publicó una nota aclatoria advirtiendo que se trataba de una resolución sobre temas estrictamente procesales y que "varios medios de prensa comunicaron de manera inexacta que la Cámara de Rosario se había pronunciado a favor de considerar los hechos del caso “Larrabure” como crímenes de lesa humanidad y efectuaron, asimismo, referencias erróneas a la actuación del Ministerio Público Fiscal."17

Véase también.

[editar]Referencias


del Frade, Carlos (08 de octubre de 2011). 
«El asesinato que no fue». Página/12. 
Consultado el 8 de octubre de 2011.
Diario Perfil, "Larrabure fue asesinado" 
en Diario Perfil consultado 26-11-2010
Diario Infobae, 
en Celtyv consultado 30-01-2011
a b c Petric, Antonio, Coronel Argentino del Valle Larrabure en Así sangraba la Argentina Ediciones Depalma Buenos Aires 1980 consultado 30-8-2008
a b El coronel Larrabure fue inmortalizado en un libro 
en diario La voz del pueblo de Tres Arroyos (Prov. de Bs.As.) del 23-12-2005, acceso el 30-8--2008.
Carlos del Frade 
en Página/12, edición del 23-8-2009 consultado el 26-1-2010
Controvertida resolución sobre Larrabure 
en diario Crítica de la Argentina, edición del 23-8-2008 consultado el 30-8-2008
«Guerrillas and generals: the "Dirty War" in Argentina.». «Páginas 62-63.». Según la version del profesor Paul H. Lewis, Larraburre estaba en medio de un canto cuando sus captores procedieron a estrangularlo con un cable, y que el moribundo militar recibió el golpe mortal en el cráneo.
Del Frade, Carlos
Noticia de un asesinato que no fue consultado en 30-8-2008
Confirman que Larrabure fue asesinado 
en Diario de América 28/10/2010. 
El dictamen unánime fue dado por los peritos Dres Oscar Ignacio A. Lossetti y Roberto Víctor Cohen, designados por el Presidente del Cuerpo Médico Forense de la Corte Suprema de Justicia, conjuntamente con el titular de la Cátedra de Medicina Legal de la UBA, Dr. Luis Alberto Kvitko y el perito de parte, Dr. Enio Linares.
La apertura de una causa polémica, diario Página/12 Rosario/12 de la ciudad de Rosario, edición del 23-8-2008 en http://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/rosario/9-14894-2008-08-23.html
consultado el 30-8-2008
Según el hijo de Larrabure participaron como carceleros de su padre los militantes del ERP Amorosa Brunet de González, sus hijas Ruth y Estrella, y Héctor Vitantonio (Reclaman juzgamiento y condena a los crímenes de la guerrilla en Infobae edición del 25-8-2008 en http://www.infobae.com/contenidos/398997-101099-0-Reclaman-un-urgente-juzgamiento-y-condena-los-cr%C3%ADmenes-la-guerrilla 
consultado el 30-8-2008. 
Estas personas, al igual que Eugenio Pettigiani señalado como el soldado conscripto que facilitó la entrada y toma de la fábrica, se encuentran desaparecidos y fueron presuntamente asesinados por la represión ilegal del Proceso.
Con motivo de la reapertura del caso, declaraciones de Josefina González, hija de dos de los supuestos captores acusados por la familia del coronel Larrabure y asesinados por la dictadura militar argentina. En Página/12, edición del 24-8-2008 [1] consultado el 26-1-2010
Página/12 Rosario/12 de la ciudad de Rosario, edición del 23-8-2008
Larrabure: un crimen de lesa humanidad 
por María Elena Polack en el diario La Nación de Buenos Aires del 21 de ctubre de 2009.
Larrabure: el carrousel jurídico de la lesa humanidad,
 en Diario Judicial, 21 de abril de 2009.

[editar]Enlaces externos


Entrevista al hijo en diario Miradas al Sur.
«Larrabure: crimen de lesa humanidad». editorial del diario La Nación de Buenos Aires del 17-6-2007. Consultado el 30-08-2008.
«Reclaman juzgamiento y condena a los crímenes de la guerrilla». Infobae (edición del 25-8-2008). Consultado el 30-08-2008.
«El crimen de Larrabure cuenta con aval judicial para su investigación». diario El Litoral de la ciudad de Santa Fe, edición del 24-8-2008.. Consultado el 30-08-2008.
«La apertura de una causa polémica». diario Página/12 Rosario/12 de la ciudad de Rosario, edición del 23-8-2008.. Consultado el 30-08-2008.
Del Frade, Carlos. «Noticia de un asesinato que no fue». Consultado el 30-08-2008.
Con estos elementos se justifica plenamente, que se reabran todos los juicios a los asesinos subversivos, que bañaron en sangre al país, y que se pavonean en libertad, en tanto los que sufrimos sus ataques por sorpresa, por la espalda, y sedientos de sangre, los tenemos que soportar, y pensar que con impuestos nuestros se indemnizo a quienes no mostraron consciencia ni antes ni ahora.
Vasta de mentiras.
Ahora, justicia.
Buen día noticia.



Les presento a el Coronel Argentino del Valle Larrabure. Tal vez los sorprenda: Larrabure fue secuestrado el 11 de agosto de l974 y asesinado el 23 de agosto de l975. Ninguna dictadura gobernaba entonces el país. Lo hacía Isabel Perón, que, junto a su esposo, había sido elegida por el 62 % de los votos.
Seguramente se preguntarán qué razón hubo entonces para secuestrarlo y retenerlo durante 372 interminables días en una lóbrega, húmeda y minúscula celda; qué motivos tuvieron para torturarlo y finalmente ahorcarlo por la espalda .
Hurgando en los diarios y decretos dictados en los años l974/75, los cotejarán con los publicados y dictados en la primera década del siglo XXI, verificando cómo se ha manipulado la memoria. Hoy los asesinos de Larrabure han dejado, como miembros del ERP, de ser terroristas; ya no forman parte de una organización ilegal que el gobierno constitucional de entonces no trepidó en calificar en sus decretos como terrorista. Se han transformado mágicamente en “jóvenes que tan solo pensaban diferente”.
¿Eran realmente así? El interrogante ha sido respondido por la víctima en su diario del cautiverio, donde narra el sadismo y la crueldad de sus verdugos, imputación que probara con el estado que su propio cuerpo tenía cuando fue hallado. Había perdido 47 kilos, sus testículos presentaban signos evidentes de sucesivas torturas; en su cuello podía verse la marca profunda de la cuerda y el alambre con que lo ahorcaron.
Murió sin quebrarse; sin ceder a la vil propuesta de canjear su libertad por la colaboración en la fabricación de explosivos para los subversivos. Murió de pie, invocando a Dios, y cantando el himno nacional. No es ello, sin embargo, lo más admirable. Lo que especialmente conmueve y admira, es que murió perdonando a sus asesinos, pidiendo a su mujer e hijos que, aunque sucediera lo peor, no odiaran a nadie y devolvieran la bofetada poniendo la otra mejilla.
“Soy el hijo de una de las víctimas que no han sido oídas”- dice Larrabure.”Los deudos de las víctimas asesinadas por el terrorismo guerrillero sufrimos ese lacerante desprecio, al ver que los victimarios son calificados como “jóvenes que tan sólo pensaban diferente”, como si el pensar diferente les diera derecho a secuestrar, a torturar, a matar, a destruir nuestras familias, nuestros sueños y proyectos; a cometer 21.000 atentados y más de mil asesinatos. Se mofan de nuestro dolor, como si nuestras víctimas no hubieran tenido derechos humanos; como si fueran meros objetos a ahorcar vilmente por la espalda”.