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domingo, 11 de marzo de 2012

Doctor Juan Carlo Amatucci.

Belgrano...  
y  la creación de la 
                          bandera.

 

Enviado por Laboratorio Gador.

Este 27 de febrero se cumplieron 200 años

de la creación de la bandera.

En esa fecha, Manuel Belgrano, quien se

encontraba al frente del Ejército del Norte,

enarbolaba el pabellón celeste y blanco por

primera vez en estas tierras.

Era un acto de coherencia.

Se trataba de dejar de utilizar el

emblema que desplegaban las tropas contra

las que se combatía.

Pero también era un acto de heroísmo.

Muchos, incluidos aquellos a quienes

Belgrano respondía, consideraban

que era demasiado prematuro hablar sin

máscaras de la emancipación y que un acto

como aquel podía menoscabar el apoyo de

Gran Bretaña, aliada con España para

combatir a Francia.

Fue por eso que el Triunvirato le envió una

fuerte admonición, que Belgrano recibió

recién después de haber hecho bendecir y

jurar la bandera en Jujuy el 25 de mayo de

1812.

Pronto, Belgrano demostraría lo visionario de

su pensamiento y desde 1813 el nuevo

emblema sería embanderado sin

recriminaciones. Hoy conmemoramos a uno

de los precursores de nuestra independencia

con un artículo publicado a principios del

siglo XX sobre las vicisitudes de nuestra

bandera.



Fuente: José Manuel Eizaguirre,

Páginas argentinas ilustradas,    

Casa Editorial Maucci Hermano, 1907.



Antes de formar la bandera argentina, los

patriotas adoptaron los colores populares 



de la escarapela, el 18 de febrero de 1812 


a petición del general don Manuel Belgrano, 


quien encontrándose en el Rosario de 


Santa Fe, aconsejó en nota al gobierno que 


«parecía llegado el caso de declarar la 


escarapela nacional que debíamos usar


para que nadie equivocara nuestras  

fuerzas con las de nuestros enemigos. 

En virtud de ese consejo que tendía a fijar 



la uniformidad en las insignias de nuestros

soldados, el Gobierno decretó que 



«la escarapela nacional de las Provincias 


Unidas del Río de la Plata sería desde 


entonces de color blanco y azul celeste.»

En el mismo sitio y encontrándose al frente 



de las mismas fuerzas, Belgrano inauguró 


el 27 de febrero, dos baterías destinadas a 


impedir el paso del río a la escuadrilla 


española. 


Para dar mayor brillo al acto, formó una 


bandera con los mismos colores de la 


escarapela, y esta fue la primera que

izaron los ejércitos libertadores en el 



continente.

El Gobierno, cuando tuvo conocimiento del

hecho, ordenó a Belgrano «que hiciera 



pasar como un rasgo de entusiasmo el 


suceso de la bandera blanca y celeste 


enarbolada, ocultándola disimuladamente», 


sub-rogándola con la española que se le 


enviaba y que era la que hasta entonces

flameaba en la Fortaleza. 



Se le prevenía además que, el Gobierno no 


toleraría en adelante, la realización de 


actos tales sin su previo consentimiento.

Belgrano no recibió esa censura en el 



Rosario, pues por orden del Gobierno se 


había trasladado a Salta, para organizar el 


ejército que venía en retirada desde las 


provincias del Alto Perú, después de la 


derrota en Huaqui.

En Yatasto tomó el mando del ejército, y

contramarchó para avanzar nuevamente 



hacia el norte. 


Hallándose en Jujuy, el 25 de mayo de

1812, enarboló la bandera formada en el 



Rosario, para festejar el segundo 


aniversario de la revolución, y dio cuenta 


del acto solemne.

Ese día lanzó también una proclama que 



contiene este hermoso párrafo:

«Soldados, hijos dignos de la patria, 



camaradas míos: dos años ha que por 


primera vez resonó en estas regiones el 


eco de la libertad y él continúa

propagándose hasta por las cavernas más

recónditas de los Andes; pues que no es 



obra de los hombres, sino del Dios 


Omnipotente, que permitió a los 


americanos que se nos presentase

la ocasión de entrar al goce de nuestros 



derechos: el 25 de mayo será para siempre 


memorable en los anales de nuestra 


historia, y vosotros tendréis un motivo más 


para recordarlo, cuando en él, por 

primera vez, veáis la bandera nacional en 



mis manos, que ya os distingue de las 


demás naciones del globo, sin embargo de 


los esfuerzos que han hecho los enemigos 


de la sagrada causa que defendemos, para 


echarnos cadenas, aun más pesadas que 


las que cargabais.»

El Gobierno creyó que el general Belgrano,

insistía en un acto de indisciplina, y lo llamó

seriamente al orden, recordándole su 



terminante prohibición.

La contestación, que en parte 



transcribiremos, fue digna de aquel patriota. 


«Vengo a estos puntos -decía-, los 


encuentro fríos, indiferentes y tal vez 


enemigos; tengo la ocasión del 25 de 

mayo y dispongo de la bandera para 



acalorarlos y entusiasmarlos y, 


¿habré por  esto cometido un delito? 

Lo sería, Excmo. Señor, si a pesar de 



aquella orden yo hubiese querido hacer 


frente a las disposiciones de V. E. ; no así, 


estando enteramente ignorante de ella, la 


que remitiría al comandante del Rosario y la 


obedecería, como yo lo hubiese hecho, si la 


hubiera recibido.»

«La bandera la he recogido, y la desharé 



para que no haya ni siquiera memoria de 


ella; y se harán las banderas del regimiento 


sin necesidad de que aquélla se note por 


persona alguna; pues si acaso me 


preguntaren por ella, responderé que se 

reserva para el día de una gran victoria por 



el ejército, y como ésta está lejos, todos la 


habrán olvidado y se contentarán con la 


que les presente.»

«En esta parte V. E. tendrá su sistema; 



pero diré también con verdad, que como 


hasta los indios sufren por el rey Fernando 


VII, y les hacen padecer con los mismos 


aparatos con que nosotros proclamamos la 


libertad, ni gustan oír nombre de rey, ni se 


complacen con las mismas insignias con 


que los tiranizan...»

El ejército argentino volvió a retroceder, y

perseguido ya, libró batalla en Tucumán,

venciendo a los realistas el 24 de setiembre 



de 1812.

En marcha hacia Salta para batir a los 



dispersos que se habían concentrado en 


esa ciudad, pasó revista al ejército en las 


márgenes del Río Pasaje el 13 de febrero 


de 1813, y enarboló otra vez la bandera 


conocida. 


El hecho estaba justificado con  la victoria 


alcanzada.

El día 20 del mismo mes, derrotó al ejército 



del general Tristán y tomó posesión de 


Salta. 


La rendición se hizo frente a la bandera, 


que desde entonces quedó consagrada 


como el símbolo de los esfuerzos 


argentinos.

Declarada la independencia el 9 de Julio de 



1816, por el Congreso reunido en Tucumán 


el mismo cuerpo publicó este decreto el 25 


de julio:

«Elevadas las Provincias Unidas en Sud 



América al rango de una Nación, después 


de la declaratoria solemne de su 


independencia, será su peculiar distintivo la 


bandera celeste y blanca de que se ha 


usado hasta el presente, y se usará en lo

sucesivo exclusivamente en los ejércitos, 



buques y fortalezas en clase de bandera 


menor, ínterin decretada al término de las 


presentes discusiones la forma de gobierno 


más conveniente al territorio, se fijen 


conforme a ella los jeroglíficos de la 


bandera nacional mayor.

Comuníquese a quienes corresponda para 



su publicación. 

Francisco Narciso Laprida, presidente; 



Juan JoséPaso, diputado-secretario.»

La bandera quedó así legalmente  



consagrada.

El 21 de Febrero de 1818, el Congreso 



volvió á decretar que la bandera de guerra 


tuviese como distintivo peculiar, un sol 


pintado en medio de ella» y el P.E. 1895, 


reglamentó lo relacionado con el color y las 


intensiones de la bandera para los cuerpos 


del ejército y de la guardia nacional.

El artículo 1 de ese decreto, dice así:

« Art. 1. - La bandera nacional de guerra 



para uso de los cuerpos del ejército de 


línea y de la guardia nacional, será 


reglamentaria en la forma siguiente:

1° - Sus colores, azul celeste y blanco, 



como lo dispone la ley de su creación.

2° - Su tela gro de seda, en paños dobles.

3° - Sus dimensiones, un metro cuarenta

centímetros de largo, por noventa 



centímetros de ancho, correspondiendo a 


cada paño treinta centímetros.

4° - Su confección lisa, sin fleco alguno en 



su contorno.

5° - Sus emblemas, un Sol de oro en el 



paño central, bordado en relieve de diez 


centímetros de diámetro en su parte interior 


y veinticuatro centímetros con sus rayos. »

« La bandera de los cuerpos de línea del 



ejército, tendrá la siguiente inscripción:

En la parte superior del Sol y en la forma de

semicírculo, el número del batallón y 



regimiento,  y en la parte inferior del mismo, 


las palabras Ejército de Línea.

Los cuerpos de la guardia nacional llevarán 



la misma leyenda en la parte superior del 


Sol, a la que se agregará una G. y una N. y 


en la parte inferior de aquél, el nombre de 


la provincia a que pertenezcan. 


Estas inscripciones serán estampadas y las 


letras tendrán siete centímetros de altura.»


Fuente: 


www.elhistoriador.com.ar.