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viernes, 25 de noviembre de 2011

¿Cómo ponemos los argentinos de manifiesto nuestro patriotismo?

Día de la Soberanía Nacional.
El 20 de noviembre es el día de la Soberanía Nacional, en conmemoración de la batalla de Vuelta de Obligado. El feriado se establece para el cuarto lunes de noviembre. En camino hacia un nuevo fin de semana largo, un gran porcentaje de argentinos reconoce que ignora el motivo de la conmemoración. Pero esta no es la única efeméride que "pasa" por el calendario sin ton ni son.
 
El amor a la Patria es lo que se llama patriotismo, y se expresa de distintas maneras: el lucir escarapelas, colgar banderas en balcones, calles, plazas, taxis; emocionarse al cantar el Himno Nacional y gritar en las canchas: "¡Argentina! ¡Argentina!"... ¿Somos los argentinos realmente patriotas? ¿Por dónde pasa nuestro patriotismo?
 
La socióloga Graciela Romer aporta una pregunta: "¿Acaso los símbolos patrios sirven para unir más a los argentinos?". Un sondeo reveló que la mitad de los argentinos cree que hay más cosas que nos unen que las que nos separan, pero la otra mitad pensó lo contrario: son más las que nos separan. La mayoría cree que los unen "sentimientos comunes y la solidaridad social", luego el deporte, "los problemas", "la cultura, la tradición, la historia". Los símbolos patrios, como objeto de unidad, van últimos. Para Romer, "si a los argentinos los unen más la solidaridad y los problemas, se debe pensar que estas son las marcas que definen su más profunda identidad nacional".
En igual sintonía, un sondeo de opinión realizado por el Centro de Estudios Nueva Mayoría revela que algo más de la mitad de la gente dice que usa escarapela o embandera su casa en las fechas patrias.
Para Romer, la "solidaridad y los problemas" nos unen. Y de esto, los argentinos, tenemos real dimensión. Cuando ha sucedido una tragedia, la sociedad, el estado, las ONGs, los empresarios se ponen de acuerdo para "dar una mano" solidaria.
 
La historia argentina está repleta de muestras de solidaridad conmovedoras, desde el terremoto de San Juan en la década del 40, hasta las inundaciones en Santa Fe, en 2003, pasando por casos puntuales, por ejemplo, las innumerables veces que personas han caído dentro de un pozo o ante siniestros de tránsito . "La evidencia más irrefutable de esta actitud pudo verse en el terremoto de Chile, cuando una inmensa cantidad de gente se conmovió ante la tragedia y sumó su aporte solidario hacia los chilenos”, señala Jorge Elbaum, sociólogo y doctor en Ciencias Sociales.
 
“Creo que muchas veces se esconde la historia solidaria de nuestro país y nos autoflagelamos deteriorando nuestra autoestima, y, al mismo tiempo, desvalorizamos lo mejor que tenemos. Nuestra sociedad, nuestros técnicos e ingenieros, nuestro nivel tecnológico y nuestros científicos habrían entregado todo para salvar vidas y habrían hecho una tarea tan buena o mejor que la que se vio en Chile. Cuando la sociedad argentina se ha visto frente al peligro de una catástrofe, ha actuado mancomunada y solidariamente. Quizá ese sea uno de los capitales más positivos de nuestra sociedad. Y no hay que disminuirlo con comparaciones que buscan muchas veces deteriorar la imagen que tenemos de nosotros mismos”, destaca Elbaum en un artículo periodístico de Clarín.
 La nota de la polémica la pone Romer al asegurar: “Tendemos a ser solidarios cuando respondemos, instantáneamente, a un requerimiento de alguien, pero no solemos sostener comportamientos de solidaridad. Por nuestro histrionismo, somos solidarios para mostrarnos a los demás, pero cuando no nos ven somos todo lo contrario. Por eso, cuando hay una cámara de televisión todos corremos para ver quién es el primero, pero cuando tenemos que hacer el esfuerzo para sostener esa solidaridad, la participación se reduce considerablemente”. En este sentido, muchos piensan que suele predominar la cultura individualista, y sólo se piensa en términos solidarios ante la catástrofe: "son espasmos de solidaridad. Hemos tenido varias experiencias –como Cromañón y Malvinas− donde se ha demostrado la solidaridad en el momento, pero luego va desapareciendo”, afirma Martín Sivak.
 “En la Argentina, no queda claro quién da las órdenes ante la emergencia. Suele haber motorización política de los esfuerzos: se privilegia quien se saca la foto en relación con las campañas políticas eventuales”, señala Sivak.
 El sociólogo entiende que “una catástrofe pone en juego la madurez de un país, porque requiere dejar de lado los individualismos y sirve para evaluar cómo funciona una sociedad”. Los argentinos podemos hacerlo, somos capaces, solo tenemos que comprometernos más con las causas.

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