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viernes, 24 de febrero de 2012

APROPOBA

mantiene:


Policía Judicial.


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APROPOBA
ASOCIACIÓN 
PROFESIONAL DE 
POLICÍAS     
DE LA PROVINCIA DE 

BUENOS AIRES .








Policía Judicial y una postura que APROPOBA mantiene - Fragmento sobre el tema del trabajo personal realizado en el año 2000 por nuestro ahora Secretario General MIGUEL ÁNGEL REYNOSO, titulado "APUNTES PARA TENER EN CUENTA EN LA ELABORACIÓN DE LAS BASES PARA UNA VERDADERA POLÍTICA DE SEGURIDAD - Aun en conocimiento que los motivos políticos para seguir adelante con la iniciativa seguramente son otros que buscar la solución para la inseguridad pública recordamos este documento cuyos argumentos difícilmente puedan tratarse en las deliberaciones legislativas

TEORÍA DE LA POLICÍA JUDICIAL

La teoría de la Policía Judicial, es quizás el argumento más utilizado en los últimos tiempos por quienes pretenden introducir reformas en materia de procedimiento penal. Según los entendidos dicha teoría ya había aparecido a fines del siglo XIX, (Policía de la Capital, Memorias años 1893-1894) y a pesar de la réplica sufrida en dicha oportunidad es resucitada periódicamente cuando las circunstancias parecen propicias y las necesidades de propuestas, a falta de ideas nuevas, la vuelcan a la actualidad sin pensar mucho en sus alcances y consecuencias.
La misma está basada en la creación de un cuerpo policial con funciones exclusivamente judiciales, al parecer dedicado a la instrucción de las causas judiciales, llevando adelante la investigación del delito, desligada de la Policía-Institución, es decir de la Policía de Seguridad dependiente del Poder Judicial, como órgano auxiliar y ejecutivo de la misma, todo lo cual se asentaría con distintos argumentos como por ejemplo a) La Policía Judicial existe en otros países adelantados, b) La policía de seguridad, como policía preventiva se distingue de la policía represiva. c) Debe haber dos Policías, una para cada función, la Policía de Seguridad para la función preventiva y la Policía Judicial para la función represiva. d) La Policía Judicial puede constituirse con ciertos servicios de investigaciones; y otros de carácter más técnico en lo que hace a derecho, por lo que dejamos en manos de calificados juristas su desarrollo.
Todos estos argumentos son refutados detalladamente en un preciso trabajo realizado por el Inspector General (retirado) de la Policía Federal Argentina, Dr. ENRIQUE FENTANES, titulado LA POLICÍA JUDICIAL, TEORÍA Y REALIDAD, publicado por la Biblioteca Policial de dicha Institución, 1968, cuyo autor destaca, a esa fecha, el sistema entonces utilizado por la Policía de la Provincia de Buenos Aires, (pág. 110, 35) lectura que se recomienda para comprender mejor la presente exposición y sus motivos, por lo que finalmente podemos entrar de lleno en la parte medular que nos lleva a plantear nuestra inquietud. El abismo existente entre la hasta ahora teórica POLICÍA JUDICIAL, y la necesaria y ya probada en nuestro país y en la generalidad de los de primer orden de una INSTITUCIÓN POLICIAL CON FUNCIONES JUDICIALES.
         Esta gran diferenciación, aunque resulte difícil admitirlo, escapa muchas veces al alcance de comprensión de gobiernos y legisladores y en ocasiones obtienen el apoyo de policías que interpretando la propuesta como una posibilidad de absolver a la institución de una gran parte de su carga, en la sana intención de poder dedicar todo su esfuerzo a la tarea preventiva adhieren a tal posibilidad en un todo, o en híbridos resultantes como en el caso actual de nuestra Institución, con la llamada “Policía en función Judicial”
         Ya Alberdi y Sarmiento en polémica sobre artículos de la Constitución Nacional, coincidían en la sentencia de que los agentes de policías debían ser órganos del Poder Ejecutivo y si bien lo es en referencia al Poder Ejecutivo Nacional, alcanza perfectamente al caso que nos ocupa, entendiendo que la existencia de una Policía Judicial, dependiente del Poder Judicial, entraría en controversia con el principio mismo de la división de poderes y en conflicto con las normas constitucionales vigentes.
         Por otra parte, en lo que hace al personal de la “Futura Policía Judicial”, ¿qué criterio se tendría en cuenta para su formación?
         - Asignando personal policial actual a la nueva institución, con la problemática que ello traería aparejado a quién ha iniciado una carrera con determinadas perspectivas y vocación de servicio, y se ve impelido a continuarla en un ámbito totalmente ajeno a su formación, ello sin tener en cuenta el profundo drenaje a ocasionar en las ya menguadas fuerzas policiales.
         - Organizar una nueva institución desde el principio con nuevos integrantes, para lo cual seguramente se recurriría a jóvenes universitarios o a profesionales ya graduados, desconociendo que ninguna universidad puede hacer a un policía, puede sí perfeccionarlo, proveerle un panorama jurídico o cultural más amplio, aprovechable para la función en varios de sus aspectos, pero no puedeformarlo policía, esto solo puede quedar en manos de la Institución Policial.
La opinión uniformada sobre la cuestión se encuentra debidamente fundamentada por la exposición realizada por el Comisario General Osvaldo Bernacchi, de la Policía Federal en el Primer Congreso Panamericano de Criminalística, Santiago de Chile, 1944, citado por el Dr. Fentanes, en el libro cuya lectura se recomienda y que se reproduce a continuación por la claridad de sus conceptos:
“Nuestra Policía, tanto de seguridad como la de investigaciones, responde aun mismo fin, que es la vigilancia, la prevención y la investigación del delito, bajo formas y preparaciones comunes, pues el grado de cultura profesional se alcanza por igual entre los agentes y funcionarios de cualquiera de las dos ramas. Un policía dependiente del Poder Judicial estaría en desventaja respecto a la Policía de Seguridad, porque no realizaría la fecunda labor de prevención y vigilancia, como lo hacemos nosotros, siguiendo los pasos de los delincuentes conocidos, observando sus costumbres y hábitos, sus medios de vida, sus guaridas, lugares que frecuentan y métodos que practican en la ejecución de los hechos. Una policía judicial, que no conociera el ambiente ni los sistemas puestos en práctica por los delincuentes, se encontraría desorientada al principio de la investigación. Además, carecería del “imperium” necesario, propio de la policía dependiente del Poder Ejecutivo, y tendría que acudir a ésta, necesariamente para apoyar sus procedimientos, lo que viene a demostrar “que aquella policía judicial, sería un organismo más, sin fundamento lógico. Además la policía, que actúa desde el primer instante de la comisión de un hecho, adopta medidas eficaces y evita pérdida de tiempo que a veces resulta de primordial importancia. Por eso nuestros agentes aprenden en la Escuela y en las academias a conservar y fijar los rastros del delito, impidiendo que desaparezcan, y los oficiales conocen la técnica, la psicología y la lógica de las pruebas, dominando la escena del delito y proveyendo inmediatamente las medidas que se impongan”
“La policía de Seguridad en funciones de auxiliar de la justicia o policía judicial, representa un adelanto para las investigaciones, pues se halla en contacto directo con la población, es más accesible para el público, y las pesquisas no se malogran ni se pierden los rastros o huellas del delito por no haber obrado a su debido tiempo. Es indudable que la policía de seguridad en funciones de auxiliar de la justicia aprovecha desde los primeros momentos consecutivos del delito, las propicias circunstancias que le permiten ahondar rápidamente la investigación, obtener informaciones exactas del interrogatorio previo de los testigos, de la víctima o del propio autor, si ha sido detenido, y, antes de que éste pueda entrar en subterfugios o ser puesto sobre aviso por sus amigos o parientes, conseguir por medios legales la comprobación de la culpabilidad o inocencia del reo. Los precedentes demuestran que reducir la actuación de la policía a una función de estricta prevención y seguridad trae como consecuencia un dislocamiento de la función represiva del estado, que debe necesariamente acudir a otras fuerzas distintas que a veces chocan entre sí. Para encauzar científicamente una investigación no conviene que se independicen y separen en forma absoluta las funciones de la policía de seguridad y judicial, porque desde los primeros momentos del suceso concurren una serie de antecedentes y circunstancias que son fundamentales para la instrucción del proceso, y que no deben escapar al ojo avizor del buen policía, a su astucia y experiencia de la vida real”
         Para finalizar y en el ánimo de no extender demasiado el presente resumen agregamos como segundo ejemplo la opinión sobre el tema del Inspector General Marcel Sicot, de la Seguridad Nacional Francesa; ex Director de Interpol,
         “La Verdadera función de la policía, la que consiste en proteger bienes, vida y libertad contra atentados graves, exige intrínsecamente que sea asegurada por un servicio, si no homogéneo, por lo menos perfectamente coordinado y centralizado. La unidad de la función postula la unidad de los servicios, La función de policía. Si es erróneo distinguir rigurosamente aspectos indivisibles de la función de policía, es con mayor razón incurrir en grave error el querer dispersar los servicios de policía en función de distinciones arbitrarias”... “Hacer depender la policía judicial de otra autoridad que no sea la de los servicios de policía general, equivaldría a quebrar el arma cuyo supuesto manejo inhábil se desea evitar. Sin los demás servicios de policía, la Policía Judicial no es nada, ni se puede hacer nada, por así decir. La Policía Judicial es un órgano especializado de un cuerpo complejo que lo nutre. El más modesto agente de calle informa a menudo mejor que un interrogatorio de instrucción. Aislar a la Policía Judicial del resto de la Policía es cegarla y negarle su alimento. No solo quedaría privada de numerosas fuentes de información y medios de acción; se ha comprobado, donde se intentó la experiencia que debió afrontar, en una u otra forma, la hostilidad de los otros servicios de policía, que le negaban la comunicación de sus archivos”.

Cuantas similitudes encontramos en las predicciones planteadas hace más de medio siglo, con la realidad actual en nuestra provincia, creemos que no hace falta enumerarlas por su encaje perfecto.
         Que cerca se encuentra la Policía de la Provincia de Buenos Aires en “el disloque”, que menciona Sicot. Hoy las llamadas Policía de Seguridad y Policía en Función Judicial, se encuentran tan divorciadas en cuanto a su accionar que a la vista se observa el escaso o nulo rendimiento de las investigaciones. Desgraciadamente se desaprovechan una enormidad de fuentes de información que maneja la primera, no por mala voluntad de sus integrantes, sino porque la estructura y la división a que han sido sometidas así lo impide.
         Cuanta verdad puesta sobre la mesa por verdaderos profesionales de la seguridad pública,
Cuanto tiempo perdido.

OTRAS CONSIDERACIONES.

Todos recordamos que cuando hace pocos años se elaboró un nuevo Código de Procedimiento Penal quitando las facultades de la función judicial a la Policía de la Provincia de Buenos Aires, entre otros argumentos que se esgrimieron justificando la urgencia, los principales fueron:
1. 
la corrupción policial, al respecto de lo cual debemos hacer constar que quienes esgrimían dicho argumento ni siquiera intentaron probar aunque mas no sea parcialmente algún cargo; de todos los supuestos corruptos, a la fecha ninguno de los policías que fuimos desplazados debió afrontar cargo alguno ante la justicia, es más, pese a los años transcurridos, ninguno se vio envuelto tampoco en problema de ningún tipo con la justicia y aún esperan que aquellos, principalmente gobernantes, que hicieron tales acusaciones inicien las acciones correspondientes a lo cual se encuentran o encontraban obligados por su calidad de funcionarios públicos.
2. 
La incompetencia policial, para llevar adelante la fase instructoria de la investigación criminal, Después de casi un siglo en que la Policía de la Provincia de Buenos Aires, en cumplimiento al Código de Procedimiento en lo Penal de Jofré (1915), llevó adelante la investigación criminal, cumpliendo a su vez las funciones de la llamada justicia de instrucción, y siempre en conocimiento tanto del Juez competente, como de los Srs. Agente Fiscal y Defensor de Pobres y Ausentes, recibiendo muy escasas críticas procedentes del ámbito judicial, pese a los escasísimos medios, en especial económicos con lo que siempre contó, debiendo en muchos casos recurrir a asociaciones cooperadores o directamente a la caridad pública, o a su bolsillo personal para cubrir las necesidades propias de la investigación y/o instrucción (todo lo cual conocemos muy bien los policías), de buenas a primeras y ante la falta de capacidad gubernamental para encontrar respuestas a la demanda ciudadana sobre seguridad, se encuentra culpable a la institución policial, que obligada por la Ley Procesal, había actuado de esa legal manera, por lo cual “se le sacaba la instrucción sumarial a la Policía”, como si ésta mantuviera dicha atribución por propia voluntad y capricho, y en lugar de agradecerle públicamente este compromiso de tantos años directamente se le acusa de esta situación. Hoy la realidad nos indica que el personal policial sigue comprometido en la instrucción de causas judiciales, bajo la dependencia de las fiscalías, con lo cual se desvirtúa lo prometido, como también la posibilidad de afectar mayor cantidad de personal a la prevención callejera. Quizás este argumento haya tenido nacimiento, malintencionado o no, en el desconocimiento del origen, naturaleza, evolución, situación, medios y estado en que se encontraba la institución policial en su función judicial al momento de la reforma.
3. 
Procedimientos abusivos de la Policía con tales atribuciones, Pese a lo inconsistente de una acusación de este tipo, basada en hechos aislados, reales, supuestos o controvertibles, sobre los que se generalizan juicios y conclusiones, en la vieja práctica de “pegarle a la policía” con distintos intereses, debemos suponer que un mero cambio de nombre o carátula no hará desaparecer como por encanto cualquier vicio que pueda surgir en el seno de la Institución, sino que la institución policial respetada en primer término por el Estado, y sus representantes, a cuyo servicio se encuentra, con una organización no sometida a las variaciones políticas, sobre bases legales que hagan al profesionalismo, no solamente declamado, sino real y conforme a las necesidades que puedan indicar sus máximas jerarquías, tanto en actividad, como en retiro, y principalmente no comprometidos políticamente.

CONCLUSIONES.

Entendiendo debidamente esclarecidas, o por lo menos planteadas las diferencias consideradas fundamentales en cuanto a los conceptos de Policía Judicial y Policía con funciones judiciales (Y aquí hablamos de la institución policial toda, y no solamente una dependencia o rama de la misma), resulta fácilmente deducible los beneficios y perjuicios que cada posibilidad acarrea a la hora de obtener resultados a favor de la Seguridad pública y la necesidad de que la redacción de un nuevo Código de Procedimiento en lo Penal para la Provincia de Buenos Aires pueda realizarse con la necesaria claridad de conceptos en la búsqueda del fin determinado.
Dejamos para el mejor criterio de los juristas y a los frutos de la discusión parlamentaria el alcance de las herramientas a otorgar a la fuerza policial con funciones judiciales, no sin antes llamar la atención sobre aquellas que son utilizadas por las principales policías del mundo en concordancia con las normas legales que las regulan y sobre las cuales no debe temerse la sana y desintencionada discusión, como lo son entre otras: la detención, el interrogatorio, la pesquisa domiciliaria, el levantamiento de pruebas, la realización de pericias, el valor de las actas policiales, testimonios policiales, secuestros probatorios, revisión de vehículos, etc., sobre cuya mayor o menor amplitud no creemos oportuno incursionar por el momento.
Por último, al igual que Fentanes, no podemos dejar de citar a James Golsdschmidt, en su Teoría General del Proceso, cuando dice;
“La Falta más grave que puede cometerse en la construcción jurídica es la de construir una institución no según su sentido real, sino según una finalidad ideal”
(Marzo de 2000)
20 de febrero de 2012.
MIGUEL ÁNGEL REYNOSO
Crio. Insp. (RA)
SE AGRADECE LA DIFUSIÓN

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C O R R E O:              central@apropoba.com.ar

lunes, 13 de febrero de 2012

Dr. Juan Carlo Amatucci.


El

General

el doctor 

y la 


dama...

Nota publicada por Horacio Palma
en el diario Gualeguay el Día de Gualeguay, 
su ciudad natal.
Claro que podría encarar el trámite de escribir esta semana con temas banales. 
Qué se yo, hablar del calor, que en las noticias siempre es agobiante asfixiante o infernal.
Colgarme de la pésima fama y la mala prensa de los calores de cada verano y sumarme al coro redundante hasta el cansancio que titula: Arde la ciudad, o la ciudad es un horno… o ampararme en la inimputabilidad del Alerta naranja que imponen los 37 grados centígrados a la sombra. 
Y hasta puedo sumarme al coro plañidero de los que piden agua para los campos, y hacerme el preocupado por las pérdidas económicas de la seca de este verano… aunque ayer, una de las voces principales de los pedidores de agua me pasó casi por encima en la ruta con su poderosa camioneta BMW Mnosécuáto!!, y a decir verdad, no se lo notaba muy preocupado por una cosecha magra.
Bueno, es comprensible… las cien lucas verdes que lo traían a Gualeguay sobre cuatro cubiertas desmesuradas, hablaban mucho de unas cuantas temporadas de buenas cosechas y muy poco de este verano más seco que lengua de loro. 
Viva la república de la soja!... que ya va siendo hora de pensar en cambiar el sol de nuestra bandera por una imagen del poderoso yuyito verde esperanza… y verde dólar, claro.
Cuando lo pienso juro que dudo. 
Digo, a veces me embarco en el juego de pensar al General Belgrano concibiendo la Enseña Patria en nuestros días. 
Y no puedo dejar de imaginar que tal vez hoy hubiera elegido poner en el listón blanco un brote de soja en lugar del sol. 
Claro que hoy el régimen no le hubiera permitido un par de cosas al General Belgrano. Ni enfundarse en su uniforme, ni plantarse frente a las barrancas de Rosario con sus gloriosos del Regimiento de Patricios. Nada de eso… nada de uniformes, ni de armas, ni de formaciones marciales. 
Eso resume “represión”. 
Hoy la televisión pública le hubiera impuesto a Belgrano un centenar de colectivos rentados con muchachada y banderas de La Cámpora.
Ay, perdón, perdón y otra vez perdón!!. 
Me referí a Manuel Belgrano y le dije General. 
Y resulta que el régimen, justo antes de internarse Ella, firmó un decreto que prohíbe llamar General a Manuel Belgrano. 
Bueno, puede ser que mi visión sobre el referido decreto sea un tanto gorila. Después de todo, el decreto no dice “se prohíbe”, el decreto apenas si impone las formas en que debe nombrarse al prócer nacional.
Es que así como el año 2011 fue declarado por el régimen “El año del trabajo decente…” (justo el año del escándalo Hebe de Bonafini y Schocklender, de Zaffaroni y sus departamentos alquilados para prostíbulos…etc.), el 2012 ha sido declarado 
"Año de homenaje a Manuel Belgrano". Exactamente: 
“Año de homenaje al doctor Manuel Belgrano" porque se cumplen 200 años desde la creación de la bandera nacional el 27 de febrero de 1812, día en que a las orillas del río Paraná se realizó la primera jura.
Así lo dice el decreto 292/2011, del 28 de diciembre, que firmaron la presidenta Cristina Fernández de Kirchner y el ministro del Interior, Florencio Randazzo. 
Según reza la página del gobierno nacional: “se declara al 2012 como el año en que se le brinde homenaje a Manuel Belgrano, quien creó la escarapela, la bandera nacional y fue el organizador del hecho conocido como éxodo jujeño. Por tal motivo, todos los documentos oficiales, en el margen superior derecho, deberán llevar la leyenda"Año de homenaje al doctor Don Manuel Belgrano".
Así de clarito. A Manuel Belgrano se lo nombra solo doctor y con minúsculas. 
El citado decreto hace un recorrido por “los hechos más importantes de su vida”. 
Señala que nació en Buenos Aires el 3 de junio de 1770, y que cursó sus estudios en el Colegio de San Carlos y luego en las Universidades de Salamanca y Valladolid en España, donde se graduó como Abogado. "El 1794, ya de nuevo en Buenos Aires, asumió como Secretario del Consulado, desde donde, entre otras actividades, fomentó la educación”, señala el texto de la norma y recuerda que durante las invasiones inglesas, en 1806, Belgrano "se incorporó a las milicias criollas para defender la ciudad". Indica además que cumplió un rol protagónico en la Revolución de Mayo de 1810 siendo nombrado vocal de la Primera Junta, cargo que dejó el 22 de septiembre del mismo año para asumir el mando de la expedición al Paraguay con el grado de General en Jefe. 
El texto explica que se decretó el 2012 como año de Manuel Belgrano porque se cumplen 200 años desde que "el Primer Triunvirato dispuso la utilización de una escarapela nacional de dos colores: blanco y azul celeste, conforme al diseño propuesto por Belgrano, quien la hizo lucir a sus tropas".
"El 27 de febrero de 1812, creó una bandera con los mismos colores de la escarapela, reuniendo a sus tropas en Rosario, a orillas del río Paraná y les ordenó a sus oficiales y soldados que le juraran fidelidad". 
Ni Salta ni Tucumán, batallas claves en nuestra Independencia… el decreto destaca de manera muy especial en sus considerandos (se ve claramente aquí la mano de Felipe Pigna de reescribir la historia, el historiador oficialista que no se cansa de poner en cada referencia al General Belgrano la siguiente frase: 
“su carrera militar no lo entusiasmaba demasiado”. 
Y se refiere al Éxodo Jujeño siempre, como un hecho “heroico del pueblo”),el episodio que se conoce como el “Éxodo Jujeño”, en el cual el día 23 de agosto de 1812 el pueblo jujeño comenzó su heroica retirada de Jujuy con dirección a Tucumán, del que también se celebra el bicentenario.
De a poco, en todos los ámbitos, el régimen no descansa en su tarea de intentar reescribir la historia.
El odio hacia lo militar, ciega al régimen hasta el punto de tergiversar la historia.
Les dejo parte del bando que el General Belgrano emitió al pueblo jujeño en 1812. Hagamos un trato: Usted lo lee, y luego saca sus conclusiones. 
Aproveche, porque me parece que ni Randazzo ni la presidentalo leyeron nunca.
“…Entended todos, que al que se encontrare fuera de las guardias avanzadas del ejército en todos los puntos en que las hay, o que intente pasar sin mi pasaporte será pasado por las armas inmediatamente, sin forma alguna de proceso. 
Que igual pena sufrirá aquel que por sus conversaciones o por hechos atentase contra la causa sagrada de la Patria, sea de la clase, estado o condición que fuese. 
Que los que inspirasen desaliento estén revestidos del carácter que estuviesen serán igualmente pasados por las armas con sólo la deposición de dos testigos… 
Que serán tenidos por traidores a la patria todos los que a mi primera orden no estuvieran prontos a marchar y no lo efectúen con la mayor escrupulosidad, sean de la clase y condición que fuesen… 
No espero que haya uno solo que me dé lugar para poner en ejecución las referidas penas, pues los verdaderos hijos de la patria,  me prometo que se empeñarán en ayudarme, como amantes de tan digna madre, y los desnaturalizados obedecerán ciegamente y ocultarán sus inicuas intensiones. 
Más, si así no fuese, sabed que se acabaron las consideraciones de cualquier especie que sean, y que nada será bastante para que deje de cumplir cuanto dejo dispuesto.”
Cuartel general de Jujuy 29 de julio de 1812”.
Horacio R. Palma
El Dia de GualeguayGualeguay
Entre Ríos.

Dr. Juan Carlo Amatucci.

Embanderados
www.marianosaravia.com.ar
A principios de 1812, el entonces coronel Belgrano estaba apostado en las barrancas del Río Paraná, cerca de la aldea de Rosario, para defender esas costas de las incursiones de las tropas realistas llegadas de la Banda Oriental.Al frente del Regimiento de Patricios, y luego de una larga travesía durante el tórrido enero, el 7 de febrero llegó Belgrano a la Capilla del Rosario para construir unas baterías que frenaran el avance realista hacia la ciudad de Santa Fe.
Hasta ese momento, las tropas patriotas habían luchado bajo la bandera española, y por eso Belgrano ya venía reclamando al Triunvirato la creación de una escarapela nacional.

El 13 de febrero, Belgrano le volvió a escribir al Triunvirato –compuesto por Manuel de Sarratea, Feliciano Chiclana y Juan José Paso– pidiéndole urgentemente una escarapela que distinguiera a sus tropas de las realistas. 
El Triunvirato le hizo caso y emitió un decreto creando la escarapela argentina: “Sea la escarapela nacional de las Provincias Unidas del Río de la Plata, de color blanco y azul-celeste…”. Y le contestó a Belgrano: “En acuerdo de hoy se ha resuelto que desde esta fecha en adelante, se haga, reconozca y use la Escarapela Nacional de las Provincias Unidas del Río de la Plata, declarándose por tal la de los colores blanco y azul-celeste, y quedando abolida la roja con que antiguamente se distinguían”.
Pero eso era lo máximo que estaba dispuesto a hacer el Triunvirato, no estaba dispuesto ni siquiera a analizar la posibilidad de una bandera propia, ya que tenía que mantener aquella política ambivalente de la “máscara de la monarquía”.
Entusiasmado, Belgrano vuelve a escribir al Triunvirato a fines del mismo mes: “… Las banderas de nuestros enemigos son las que hasta ahora hemos usado, pero ya que V.E. ha determinado la Escarapela Nacional con que nos distinguimos de ellos, y de todas las naciones, me atrevo a decir a V.E. que también se distinguieran aquellas, y que en estas baterías, no se viese tremolar sino las que V.E. designe. Abajo, Señor Excelentísimo, esas señales exteriores que para nada nos han servido y con que parece que aún no hemos roto las cadenas de la esclavitud”..
El 27 de febrero, durante un atardecer apacible y resplandeciente, Belgrano inauguraba las baterías Libertad e Independencia, la primera en la margen occidental del río Paraná, y la segunda en una isla situada a unos 1.000 metros de allí.
“A su frente se extendían las islas floridas del Paraná que limitaban el horizonte: a sus pies se deslizaban las corrientes del inmenso río, sobre cuya superficie se reflejaban las nubes blancas en el fondo azul de un cielo de verano, y el sol que se inclinaba al ocaso iluminaba con sus rayos aquel paisaje lleno de grandiosa majestad”.
En esas cirsunstancias, entusiasmado por la creación de la escarapela, a las seis y media de la tarde del 27 de febrero de 1812, Belgrano enarboló la bandera celeste y blanca por primera vez en la batería Libertad. 

Y montado en su caballo, levantando su sable, arengó a su tropa diciendo: “Soldados de la patria: en este punto hemos tenido la gloria de vestir la escarapela nacional que ha designado nuestro excelentísimo gobierno; en aquel (la batería Independencia) nuestras armas aumentarán las suyas. 
Juremos vencer a los enemigos interiores y exteriores y la América del Sur será el templo de la independencia y la libertad. En fe de que así lo juráis, decid conmigo ¡Viva la patria!”.
Antes de partir hacia Jujuy para relevar a Juan Martín de Pueyrredón al mando del Ejército del Norte, que venía totalmente desmoralizado por la derrota de Huaqui (ver capítulo de Bolivia), envió una comunicación al Gobierno de Buenos Aires contándole lo sucedido. Allí decía: “A las seis y media de la tarde se ha hecho salva en la Bateríade la Independencia, y queda con la dotación competente para los tres cañones que se han colocado, las municiones y la guarnición. 

He dispuesto para entusiasmar a las tropas, y estos habitantes, que se formen todas aquellas, y hablé en los términos de la copia que acompaño. Siendo preciso enarbolar bandera y no teniéndola, la mandé hacer blanca y celeste conforme los colores de la escarapela nacional: espero que sea de la aprobación de V. E.”.
Dice la leyenda rosarina que quien confeccionó esa primera bandera fue María Catalina Echevarría de Vidal, hermana de José Vicente Anastasio de Echeverría, uno de los compañeros de Belgrano en su expedición al Paraguay, y que fue izada por primera vez por otro vecino de esa villa de Rosario: Cosme Maciel.
Enterado el Triunvirato, le envió una carta recomendándole que hiciera pasar el episodio como una muestra pasajera de entusiasmo y ocultara con disimulo la bandera, reemplazándola por la que se usaba en el fuerte de Buenos Aires, que era roja y amarilla.

La necesaria desobediencia .
La preocupación del Triunvirato se debía a que la creación de una bandera propia aceleraba definiciones y posturas en la lucha de independencia e iba en contra de la política oficial de actuar como si fuera en defensa de los derechos del rey preso de los franceses. 
No se temía sólo quedar mal con España, sino principalmente con Inglaterra, que en ese momento era aliada de España en contra de Francia.
Sin embargo, Belgrano nunca recibió la carta con esa orden del Gobierno, porque ya se había puesto en marcha para hacerse cargo del Ejército del Norte, otro de los frentes realistas más fuertes, junto con la Banda Oriental.
Una vez en San Salvador de Jujuy, para el segundo aniversario de la Revolución de Mayo se celebró un Te Deum en la catedral y se volvió a enarbolar la bandera celeste y blanca. 

Ese 25 de mayo, frente al Cabildo, el obispo de Jujuy, Juan Ignacio Gorriti, bendijo la bandera y el pueblo la vivó con entusiasmo.
Por eso, en una nueva comunicación, Belgrano le decía al Triunvirato: “… 

El pueblo se complace de la señal que ya nos distingue de las demás naciones…”.
Al enterarse, el Triunvirato tomó esta circunstancia como una desobediencia a sus recomendaciones de dar marcha atrás con lo de la bandera, y le ordenó regresar y hacer lo necesario para “la reparación de tamaño desorden”.
Belgrano, herido en su amor propio, obedeció pero escribió un mes más tarde: “Debo hablar a V.E. con la ingenuidad propia de mi carácter, y decirle, con todo respeto, que me ha sido sensible la reprensión que me da en su oficio de 27 del pasado, y el asomo que hace de poner en ejecución su autoridad contra mí, si no cumplo con lo que me manda relativo a la Bandera Nacional, acusándome de haber faltado a la prevención de 3 de marzo, por otro tanto que hice en el Rosario. 

Para hacer ver mi inocencia, nada tengo que traer más a la consideración de V.E., que en 3 de marzo referido no me hallaba en el Rosario, pues conforme a sus órdenes del 27 de febrero, me puse en marcha el 1º, o 2, del insinuado marzo, y nunca llegó a mis manos la comunicación de V.E. que ahora recibo inserta, pues a haberla tenido, no habría sido yo el que hubiese vuelto a enarbolar la bandera como interesado siempre en dar ejemplo de respeto y obediencia a V.E., conociendo que de otro modo no existiría el orden, y toda nuestra causa iría por tierra… no había bandera, y juzgué que sería la blanca y celeste la que nos distinguiese como la escarapela, y esto, con mi deseo de que en estas provincias se cuenten como una de las naciones del globo, me estimuló a ponerla. 
Vengo a estos puntos, ignoro como he dicho, aquella determinación, los encuentro fríos, indiferentes, y tal vez, enemigos, tengo la ocasión del 25 de mayo, y dispongo la Bandera para acalorarlos y entusiasmarlos, 
¿y habré, por esto, cometido un delito…? 
La Bandera la he recogido, y la desharé para que no haya ni memoria de ella… pues si acaso me preguntaren por ella, responderé que se reserva para el día de una gran victoria por el Ejército, y como éste está lejos, todos la habrán olvidado y se contentarán con lo que se les presente…”.
Pero lejos de ser olvidada, la bandera argentina se izó por primera vez en Buenos Aires el 23 de agosto de 1812 en la iglesia San Nicolás de Bari, donde hoy está el Obelisco, símbolo de la ciudad. El motivo fue una misa de acción de gracias por el fracaso de una conspiración realista que debía estallar el 5 de julio pero que fue descubierta, y de la cual era líder Martín de Álzaga, posteriormente fusilado. 

Según algunos autores, esa bandera que se izó fugazmente en Buenos Aires habría sido de tres franjas: celeste, blanca y celeste, pero la blanca del medio, del doble de ancho que las celestes, siguiendo la línea de la bandera española.
¿Guerra civil?
Una vez instalado en Yatasto, al frente del Ejército del Norte, Belgrano le escribe al jefe realista Pío Tristán en marzo de 1812:
“Mi querido Pío: 

¡Cuán distante estaba yo de venir a escribirte en estos lugares! 
La enfermedad de Pueyrredón me ha conducido hasta aquí, desde las orillas del Paraná, en donde me hallaba con mi regimiento poniendo una puerta impenetrable para todos los enemigos de la Patria. 
Fui el pacificador de la gran provincia de Paraguay. 
¿No me será posible lograr otra tan dulce satisfacción en estas provincias? 
Una esperanza muy lisonjera me asiste de conseguir un fin tan justo, cuando veo a tu primo (el general realista José Manuel de Goyeneche) y a ti, de principales jefes. Créeme siempre tu amigo” . En abril: “… Sé cuánto han trabajado los Tristanes por la felicidad de la Patria… les seré eternamente reconocido y a ti, mucho más, si aprovechándote de la confianza que tienes con tu general, consigues que se acabe esta maldita guerra civil con que nos destruimos y vamos a quedar para presa del primero que nos quiera subyugar” .
Pío Tristán había nacido en Arequipa, entonces Virreinato del Perú, y era un militar al servicio de la corona española, lo que desvirtúa otra de las ideas lineales y simplificadoras que forman parte de la historia que nos enseñan: aquella de que era una guerra de españoles contra patriotas americanos. En realidad, había españoles que apoyaban los movimientos emancipatorios y también había americanos al servicio de la corona, como Pío Tristán. 

Esto abona el pensamiento de Belgrano de que esa guerra se parecía mucho a un guerra civil, y en la cual a veces se enfrentaban amigos y hasta parientes.
Paradójicamente, el 23 de agosto de 1812, el mismo día que se izaba por primera vez en Buenos Aires su bandera, Belgrano emprendía el Éxodo Jujeño, ya que con 1.300 soldados no podía defender esa plaza frente al ejército realista –al mando de su amigo Pío Tristán– con más del doble de efectivos.
Las órdenes del Triunvirato eran de replegarse hasta Córdoba, pero la obediencia de Belgrano no fue total. 

El intelectual devenido en militar se dio cuenta de que no podía seguir huyendo con todo un pueblo a cuestas, y que tampoco podría dejar a los civiles solos, librados a su suerte y a expensas de las represiones realistas. 
Entonces decidió desobedecer al Triunvirato y presentó batalla venciendo a los realistas en Tucumán el 24 de setiembre de 1812, aunque con su bandera guardada por ahora.
“El triunfo de Belgrano en Tucumán, tuvo su repercusión inmediata en Buenos Aires. 

Hacía tiempo que venía preparándose en la capital una revolución pacífica, que el progreso de las ideas y las exigencias crecientes del espíritu democrático hacían inevitable. 
El Triunvirato, que hasta entonces había presidido el movimiento revolucionario, ya no respondía a esas exigencias (…) 
La opinión quería una asamblea suprema que fijase la Constitución del poder, generalizara la revolución y la hiciese más popular. El Gobierno temía encontrar en ella un obstáculo en vez de un auxiliar” .
“Fue fundamental para el curso de la Revolución, ya que movilizó las ansias de independencia, hasta ese momento demoradas por la hostilidad cada vez mayor de las potencias europeas (…) El 5 de octubre llegó a Buenos Aires la noticia de la victoria, y en el mismo fuerte se izó un gallardete con los colores celeste y blanco por encima de la bandera española, amarilla y roja, que todavía flameaba”..
En resumen, Belgrano no sólo creó la bandera argentina, sino que con su triunfo en Tucumán hizo que prendiera en la gente el celeste y blanco al principio combatido. 

La única diferencia pareciera ser que mientras Belgrano usaba en el norte una bandera con dos franjas blancas y una celeste en el medio, en Buenos Aires enarbolaron una de los mismos colores pero con las franjas invertidas.
Este dato surge del epistolario del gobernador de la sitiada Montevideo, Gaspar Vigodet, quien nunca se había terminado de creer el argumento de la fidelidad a Fernando VII, y que escribió al ministro de Estado español: “Los rebeldes de Buenos Aires han enarbolado un pabellón con dos listas azul-celeste a las orillas y una blanca en el medio (…) Se han quitado de una vez la máscara con que cubrieron su bastardía desde el principio de la insurrección” .
 Debido a las contramarchas en las revoluciones en toda la América hispana, sólo quedaba en pie el gobierno de las Provincias Unidas del Río de la Plata. Pero entonces los colores de la Revolución hicieron escuela. Cintas, gallardetes, escarapelas y banderas celestes y blancas fueron profusamente utilizadas para celebrar la patria nueva en cuanta ocasión se presentara. 

Había banderas bicolores de dos franjas verticales; otras de tres franjas horizontales celestes y blancas, todo dependía de la cantidad de tela del color del cielo que podía conseguirse, como afanosamente descubrieron las damas mendocinas, que supieron reemplazar la seda azul por simple sarga celeste, como le gustaba a San Martín (…) Ya a mediados del siglo XIX, se afirmó una visión laica de la vida en la que todos los próceres abrevaron. En aquella fuente surgente se conjugaron, de diverso modo, las ideas liberales, el socialismo utópico, la masonería y también la fe cristiana, pero practicada por fuera de la estructura eclesiástica. En ese clima de ideas antidogmático, ¿qué mejor que sostener que Belgrano se había inspirado en los colores del cielo para crear la bandera? 
¿Acaso el héroe había manifestado lo contrario? En rigor, pese a ser un hombre religioso, no había dejado nada escrito acerca de los motivos de su inspiración que, por ciento no tenía origen definido. Y, aun cuando celeste y blanco eran tanto los colores de la Orden de Carlos III como los del manto de la Virgen, a nadie interesaba bucear en el posible arraigo colonial o religioso de la enseña” .
Luego del triunfo de Tucumán, Belgrano se entusiasmó y sacó a relucir su bandera celeste y blanca para marchar hacia Salta, con la intención de fortalecer su posición.


La oportunidad perdida.
El 31 de enero 1813, se reunió en Buenos Aires una Asamblea Constituyente con la intención de dotar de institucionalidad y constitucionalidad al nuevo Estado emergente, pero se quedó a mitad de camino y no se animó a declarar la independencia, como pretendían entre otros, Belgrano y San Martín. Por eso, los diputados consintieron el uso de la bandera celeste y blanca, pero no la avalaron por escrito. 
En realidad, en la Asamblea del año 1813 no se declaró la independencia que hubiera dado un vuelco definitivo a la guerra, sino que sirvió solamente para las ambiciones personales de su presidente, Carlos María de Alvear, quien luego de dos triunviratos, impuso una forma de gobierno fuerte y personalista: el Directorio.
El 13 de febrero de 1813, Belgrano hizo jurar a sus tropas fidelidad a la Asamblea bajo la bandera argentina a orillas del río Pasaje 

(luego río Juramento), que en Salta constituye los primeros tramos del río Salado. Y siete días más tarde, la enseña celeste y blanca tuvo su bautismo de fuego en la batalla de Salta, donde Belgrano venció nuevamente a su amigo, el comandante realista Pío Tristán gracias a la ayuda de batallones de gauchos, tanto en la tarea previa de espionaje cuanto en el combate mismo.
A partir de esa victoria, Belgrano se instaló en Potosí –entonces Alto Perú, perteneciente al que fuera Virreinato del Río de la Plata– y se dedicó a reorganizar la administración pública. 

Pero militarmente no le fue bien porque fue vencido ese mismo año por los realistas en Vilcapugio y en Ayohuma. Luego de esos fracasos en los que se perdieron muchos hombres y bienes, Belgrano tuvo que replegarse hasta Jujuy nuevamente. Pero antes de retirarse, fue hasta la capilla de Titiri, en el curato de Macha, y escondió su bandera detrás de un cuadro. Muchos años después de terminada la guerra de la independencia, en 1883 el párroco del lugar se puso a arreglar su iglesia y encontró aquella bandera de Belgrano. La enseña fue enviada al Museo Histórico de la Casa de la Libertad de la Sociedad de Geografía e Historia de Sucre, donde está actualmente exhibída. 
Lo sorprendente es que esa bandera de Belgrano no es como la que hoy tiene Argentina, sino aquella de tres franjas horizontales blanca, celeste en el medio y blanca.
Según el historiador Armando Piñeiro, es la misma bandera que enarboló Belgrano en las orillas del río Paraná aquel 27 de febrero de 1812. En cambio, Félix Chaparro sostiene que la bandera de Rosario era de dos franjas verticales, una blanca al asta y la otra celeste. Una tercera versión muestra la bandera de dos franjas horizontales, blanca arriba y celeste abajo.
Al poco tiempo de haber vuelto a Jujuy, Belgrano entregó el mando del Ejército del Norte a José de San Martín, uno de los pocos que supo valorar a este abogado que fuera esencialmente un intelectual y un estadista, pero que sin embargo, se entregó cuando la patria necesitó que se pusiera el traje de :

General

Es una materia pendiente. Pero hoy la pongo en el tapete. Y el compromiso es mantener viva la llama . . .

Malvinas

Editorial.
 Es extraño como son nuestras reacciones, frente a echos que nos tocan de manera directa, pero que no atraen nuestro interés, frente a otros echos similares, a los que si, respondemos y muy claramente.
Este comunicador, quizás poco claro en sus formas, dada su escasa  preparación académica,  verborragico y gesticulante, que  parece estar siempre enojado, guardó silencio durante muchos años, tantos años como sangró la herida.
Pero aún sangrando, hoy ya no guardaré silencio, y tomaré parte  
de este tema que no es patrimonio de nadie en particular, 
ES DE TODOS LOS ARGENTINOS.
Claro, no todos los argentinos asumen su responsabilidad y su compromiso con la Patria de la misma manera. . . Algunos son argentinos, con una camiseta de Fútbol, y más si el equipo gana.
Pero miran el piso cuando la cosa duele, cuando el compromiso puede costar en lo personal, cuando la ganancia es poca, y el sacrificio es mucho, y cuando,  si cuadra, hay que poner el pellejo,  cuando  no suma aplausos, Y MUCHO MENOS VOTOS, entonces es, cuando los Argentinos, somos muchos menos.
Malvinas, es un compromiso, hoy y aquí, ahora y sin vueltas, de frente y a lo que venga y toque.  
Y en este tiempo, defender la posición a como dé lugar, y pelear con las armas nobles de la opinión, en tanto tenga un poco de vida en mi cuerpo para no dar un paso atrás en la propuesta.
A usted gracias por leerme.
El Director.

El británico que cree que la soberanía de Malvinas debe ser para Argentina.

Por María Laura Avignolo.

Es un ex asesor del laborista Tony Blair, que trabajó en un posible acuerdo antes de la guerra.
Polémico. La posición de Slowe de ceder la soberanía genera en estos días un fuerte debate en Gran Bretaña.
  
“Yo creo que la soberanía de las Islas debe ser entregada a los argentinos. Debe haber un acuerdo para los isleños sobre su estilo de vida y un acuerdo sobre los recursos económicos”. Quien lo dice no es un árbitro internacional sino un británico: el doctor Peter Slowe. Cuarenta años atrás, cuando era un estudiante de geografía política en Oxford, este académico, laborista y ex asesor de Tony Blair, fue integrante del equipo de Ted Rowland, el ministro junior del Foreign Office británico que en los 70 estuvo muy cerca de resolver la disputa anglo argentina por las Islas Malvinas.

Cerca del 30° aniversario de la guerra y en plena escalada retórica entre ambos países, su artículo en el diario conservador The Daily Telegraph fue una voz diferente en el reino para proponer otra solución que la autodeterminación isleña en el conflicto. Ahora, Slowe preside su propia ONG, “ Projects Abroad ”, y entre sus tantos proyectos alrededor del mundo, tiene una base en Córdoba, donde hay intercambio con médicos británicos.
Leí su solución por las Malvinas. 

¿Puede explicarme qué significa? 
Yo hice un poco de trabajo para Ted Rowlands cuando yo era un estudiante en los 70. 
En esa época, tenía una clara idea del sentido político argentino, que es algo muy extraño para la forma de pensar britanica: que los argentinos y no sólo el gobierno militar argentino de entonces tenían un deseo de grandiosidad. 
Eso era bloqueado por Chile en el continente y tenían una visión de expandirse en la Antártida. En ese momento, los británicos no tenían ningún interés de propiedad sobre las islas, con una población de 1.200 o 1.800 habitantes en el Atlántico Sur. 
Parecía una obvia solución en ese entonces, que estaba siendo negociada por el ministro junior Ted Rowlands con el gobierno militar. La idea era pasar la soberanía a los argentinos. 
No había entonces ninguna especulación sobre el petróleo. La gente hablaba del krill entonces como recurso pesquero. Todo eso debía ser compartido y se debía garantizar la manera de vivir británica de los isleños, una democracia local. No muy diferente a las negociaciones que estaban en marcha con los chinos sobre Hong Kong. Esas negociaciones tenían todas las posibilidades de tener éxito.
¿Y entonces? 

Las negociaciones continuaron con Nicholas Ridley, diputado de la derecha británica que estaba bajo el gobierno de Thatcher. 
El insistió en que las negociaciones económicas debían preceder a las negociaciones diplomáticas y sobre la soberanía. 
Pero la invasión argentina cambió todo.
¿Rowland estaba convencido entonces que la única solución era dar la soberanía a la Argentina? 

Era la única solución pero también la más sensible. Usted le daba la soberanía política a Argentina, dividía de alguna manera los recursos económicos y permitía a los isleños mantener su estilo de vida británico. 
Después seguramente iban a cambiar por un estilo de vida sudamericano. Ahora, 30 años después, es tiempo de decir que nosotros aprendimos la lección de la historia. Los soldados y marineros no murieron en vano. 
Es tiempo de ir por una sensible solución de compromiso.
En esa época, 

¿Qué pensaban los isleños de esa intención? ¿Rowland discutió esa posibilidad con ellos? Para ser honesto, no hubo una gran discusión con los isleños, pero el gobernador de las Islas estuvo involucrado. Y había una gran compañía, Coalite, dueña de grandes extensiones, que estaba involucrada. El dueño era un ex ministro laborista. Yo no creo que en esa época haya habido discusiones con los isleños. Entonces, había unos 50 argentinos viviendo felices en las islas y los isleños aprendían español en el colegio.
¿Cree que es posible una solución sin los isleños? (Risas) 

Yo pienso que deberían incluir a los isleños en las negociaciones. Pero con 300.000 británicos o de origen británico viviendo en Argentina, los isleños no pueden tener poder de veto. Los isleños tienen derecho a insistir en la forma de vida que quieren. 
Si ellos quieren tener separadamente su democracia parlamentaria, deben tenerlo. 
Si quieren mantener tradiciones británicas, deben poder. 
Pienso que el gobierno argentino no va a tener problemas con eso.
Pero la línea oficial en Gran Bretaña es la opuesta a la suya. Ellos dicen que cada uno tiene derecho a autodeterminación. Pero es ridículo. Uno no puede tener 3.000 personas, que antes de esta tormenta política estaban felices de hacer un compromiso y ahora mantienen a la mitad de la Marina británica como un rehén. Ellos están creando un problema en las relaciones internacionales a gran escala. Yo no creo en la autodeterminación de la gente que, porque estén concentrados geográficamente, tienen un derecho sobre todo.
¿Pero deben ser consultados? 

Sí, y usted se sorprenderá. La mayoría de los isleños ordinarios están hartos de la presencia militar, con antipatía a sus vecinos más cercanos, con argumentos sobre el petróleo del que no se van a beneficiar demasiado. 
Yo no pienso que serían una oposición como se imagina. Esto es algo que ha sido creado en nuestras mentes políticas en Gran Bretaña.
¿Cuánto hace que no visita las Islas? 

La ultima vez fue en 2002.
¿Los británicos pueden compartir su posición? No lo sé. Yo sugiero que el 30° aniversario es un buen tiempo para hacer un nuevo compromiso.
¿Cómo explica esta escalada? 

Es por el aniversario. Es una manera de decir del gobierno británico: “Nosotros somos duros”. Le da al Foreign Office una posibilidad de hacer un discurso donde suena duro, patriótico. La gente de mi generación recuerda los barcos volviendo a Portsmouth con gran bienvenida.
¿No cree usted que es el petróleo la razón de esta pasión? 

No. Yo creo que al gobierno de Cameron no le importa que los isleños tengan autodeterminación.
¿No es demasiado caro para los británicos mantener la base militar de Mt. Pleasant, en las Islas, con los recortes presupuestarios en marcha? 

Es caro, pero en comparación con Afganistán y los otros países en los que están envueltos alrededor del mundo, no es tan caro. El destructor que se desplazó debía ser desplazado a algún lugar de todas maneras. Creo que hay un poco de exageración con respecto al príncipe William. Nosotros cometimos el error de que estos desplazamientos de William a las Falkland o el príncipe Harry a Afganistán sean vistos como simbólicos, cuando nosotros creemos que es una rutina.
¿Qué piensa usted de esta denuncia argentina de “nuclearización” del Atlántico Sur? 

No creo que haya una nuclearización. Es un poder nuclear, pero no armamento nuclear. En estos momentos, los dos lados están volviendo muy difícil conseguir un compromiso. Mi artÍculo era un grito de desesperación.
¿Los veteranos de de Malvinas pueden ayudar en esta misión? 

Por supuesto. La gente que peleó posiblemente puede enojarse si hay alguna negociación. Pero la guerra con los alemanes fue mucho más seria y los alemanes eran nuestros aliados en 1950.
¿Existe una necesidad doméstica en Argentina y Gran Bretaña que lleva a estas exclamaciones? Mi entendimiento de la política argentina es que Malvinas puede ser usado como un instrumento político cuando el gobierno se siente amenazado y no pierde nada. Es lo mismo para el gobierno británico.
¿Cuál fue la reacción que usted recibió en Gran Bretaña a su propuesta? 

Para algunos locos fue “una traición” y otros dijeron simpáticamente: “Qué gran idea. ¿Por qué no usamos el 30 aniversario para hacer la paz y no la guerra?”.

sábado, 11 de febrero de 2012

Dios, protege a mi Patria. . . Tiempos de tribulación y espanto amenazan a mi pueblo.

Patria…
Pequeñas Anécdotas 
Éticas.

Bajo la presidencia del Gral. Roca, ante los riesgos de algunos
conflictos fronterizos, éste, con patriótica previsión, encomendó al
Gral. Pablo Riccheri, que viajara a Alemania y adquiriera 40 mil
fusiles Máuser para equipar convenientemente al ejército Argentino.

El general Riccheri formalizó rápidamente la compra de los máuseres con las fábricas alemanas. En la entrevista final, se le acercó un
representante de los fabricantes, quien le presentó un sobre y le
expresó: 
-General, los fabricantes me han encomendado que le entregara
este sobre con el importe de "la comisión" que le corresponde por su
intervención.
Riccheri abrió el sobre y encontró un cheque de un considerable monto.
Sin titubear, tomó el cheque, lo endosó y se lo devolvió al
funcionario diciéndole:


-Mande tres mil Máuser más.

Unos años después, 
el gobierno argentino, envió al Almirante Onofre Betbeder a Inglaterra, para controlar la entrega de los acorazados"Rivadavia" y "Moreno" en las debidas condiciones.Éste viajó a los astilleros de Southampton y por 4 meses inspeccionó
los barcos tornillo a tornillo. Al concluir satisfactoriamente su
inspección, telegrafió al gobierno argentino para que saldara la
cuenta. Al día siguiente, un empaquetado funcionario de levita, se
presentó a su oficina y le dijo:

-Almirante, permítame que le entregue este sobre en reconocimiento por
su trabajo y la imparcialidad con que ha cumplido su misión.

Betbeder abrió el sobre y retiró un cheque, e inmediatamente llamó a
un secretario y le dictó la siguiente nota:
"El gobierno de la República Argentina cumple en agradecer a los
directores de los astilleros la rebaja por la cantidad de 300 mil
libras esterlinas, que han tenido a bien hacerle sobre el precio de
los barcos".

Otros años más tarde, bajo la presidencia de Victorino de la Plaza, el  presidente del Brasil viajó a la Argentina en una visita de
confraternidad. 
Entre los agasajos se programó el banquete oficial.
Como éste no podía realizarse en la Casa Rosada , por hallarse en
reparaciones, resolvió que se celebrara en la casa particular del
presidente, en la calle Libertad. Al día siguiente del banquete,
Victorino de la Plaza , llamó a su ama de llaves y comenzó a extender
los cheques de su cuenta personal, para pagar a los proveedores.
 Al concluir le observó al ama de llaves:
-Señora, falta la cuenta de los vinos.
Ésta le explicó:
-Sr. Presidente, como era una comida oficial, se trajo los vinos de la bodega de la Casa de Gobierno.
Plaza le contestó:
-Señora, en mi casa, el gobierno no paga los vinos. 
Vaya al almacén y reponga a la bodega las botellas que se consumieron.En aquel entonces, la Argentina ocupaba el 6º lugar en la escala mundial. 

lunes, 6 de febrero de 2012

Del Informador Publico.



Para nosotros,


 siempre será el...


General

Belgrano.

El 27 de diciembre, Alfredo Scocimarro, vocero presidencial, anunció que la presidente tenía cáncer. Lo que vino después lo sabemos todos, pero en la conmoción algunas cosas pasaron inadvertidas. La presidente trabajó hasta el día 28. 
Ese día Cristina Fernández y el ministro del Interior, Florencio Randazzo, declararon a 2012 como: 
“Año de homenaje al doctor Don Manuel Belgrano”
porque se cumplen 200 años de la primera jura la de la bandera nacional el 27 de febrero de 1812, realizada a orillas del río Paraná. La cosa suena a comparsa, como si quienes juraban, en lugar de una tropa formada y armada, fueran una estudiantina vocinglera.

Si bien Manuel José Joaquín del Corazón de Jesús Belgrano era abogado -y nunca nadie dudó que tuviera el título- ya que no sólo realizó sus estudios en las universidades españolas de Salamanca y Valladolid, entre 1786 y 1793, sino que se graduó en la Cancillería de ésta última con medalla de oro a los 18 años de edad, también fue un intelectual de nota, periodista, político, economista y, aunque no le guste al kirchnerismo, fue militar. Es más, los argentinos nos referimos a él como el General Belgrano, no como el cónsul, el doctor ni el periodista.
Esta manía, obsesión, testarudez, en negar cualquier elemento que asocie a lo militar no es precisamente una demostración de equilibrio mental ni político. 

El problema no es que cada uno arrastre sus taras y complejos, sino que los confunda con virtudes y pretenda imponerlos a los demás como si fueran un ejemplo. 
Pero si hay algo peligroso es que para lograr esos objetivos se intente reescribir la historia.
Seguramente la milicia no estaba entre las opciones con que el joven Belgrano esperaba construir su futuro.
 Seguramente el novel abogado apuntaba a la economía política, al periodismo, a promover la industrialización del lugar donde naciera y sus ideales liberales del momento, pero la realidad lo situó en un espacio y un tiempo en el que no tuvo otra salida que aceptar el camino de la espada y entró a la historia con ella en la mano.
Manuel Belgrano no sólo fue general por obra y gracia de algún decreto sino porque su propio pueblo lo reconoció como tal. Reconoció su estoicismo, su frugalidad, su valor y también su contracción al deber. Sus escasos conocimientos de milicia y estrategia no lo hacen menos militar que cualquier otro con más preparación en las artes de la guerra.
No sólo en las victorias de Salta y Tucumán, que el decreto del Día de los Inocentes no menciona, sino antes aún, tras las derrotas de las campañas al Paraguay y la Banda Oriental, sometido a juicio fue absuelto el 9 de agosto de 1811 por el gobierno que emitió el veredicto en la Gazeta de Buenos Ayres:[] “…se declara que el General don Manuel Belgrano se ha conducido en el mando de aquel ejército con un valor, celo y consistencia digno del reconocimiento de la Patria…”
¿Entonces a qué esa vergüenza oficial a llamarlo General? 
¿Qué derecho se arrogan la presidente y el ministro para despojarlo de títulos y honores genuinos ganados con valor y patriotismo? 
¿Encomendarán a algún intelectual de “Carta abierta” para que reescriba la historia y el hecho no quede como una negación vergonzante? 
¿O a algún plástico para que lo pinte o esculpa con toga doctoral?
Salvo el óleo de François Casimir Carbonier de su estancia en Londres, la iconografía belgraniana es mayoritariamente militar, algo lógico, porque sin olvidar su actividad política; sus proyectos y decisiones en la actividad pública; y su proyección periodística, su trascendencia histórica es a través de la figura militar que está asociada íntimamente a la jura de la Bandera, realizada el mismo día en que fue puesto al comando del Ejército del Norte.
Quizá el General Manuel Belgrano no fuera el más sabio en las estrategias del arte de la guerra, pero seguramente era un hombre íntegro al lado del cual combatir era un honor y que, aunque se haya visto obligado a realizar una actividad que no era su vocación, el rango de general no le quedaba grande. 
Tan colosal es el equívoco de tergiversar la historia que huele a traición.

©Jorge Milia
Diario Castellanos de Rafaela